Brian Azzarello y Cliff Chiang dieron terminada su trayectoria al frente de la serie mensual de Wonder Woman tras 35 números y tres años. Tres años intensos en los que este equipo, bajo el manto de New 52 de DC, se encargó de redefinir el origen y características de la amazona. El objetivo: poder facilitar el acceso de nuevos lectores a un personaje con 75 años de existencia sin que les pesasen los miles de páginas y aventuras publicados. New 52 pronto fue agua pasada para DC, que ha re-revolucionar su universo heroico (el eterno cambiar todo para dejarlo igual) una y otra vez. Pero su trabajo fue alabado de manera prácticamente unánime en el país de las barras y las estrellas.
El volumen del que os hablo en este post supone en inicio de una ardua y minuciosa labor por parte del dúo creativo formado por Azzarello y Chiang (quien recibe ayuda en este arco argumental de Toni Akins en dos números). Azzarello, a quien era difícil de disociar de esa maravilla del género noir que es 100 Balas, plantea una ruptura con los mitos que rodean desde su línea de flotación.
Un nuevo origen
Así, replantea no solo su mismo origen, sino también su relación con poderosísimos elementos de su entorno como son las amazonas o el panteón del Olimpo. Aunque de manera embrionaria en este volumen, podemos apreciar como el guionista plantea el conflicto interno de un personaje entre sus facetas de amazona/semideidad/superhéroe/mujer. Yo lo hace de un modo que no necesariamente satisfaga a los seguidores de la Wonder Woman de toda la vida, pero dotándola desde luego de una inmegable solidez.
Azzarello logra también dar voz y personalidad propias al elenco de dioses que forman el Olimpo. La desaparición de Zeus dispara un dramático cambio de escenario para ellos que el guionista utiliza para llevar las cosas a su terreno. La venganza, la ambición y las luchas de poder son motivaciones habituales en las obras de género negro, pero ya lo fueron mucho antes en la mitología clásica. El anclaje con la realidad, el elemento de acercamiento no solo con el espectador pero también con la tradición superheroica se estructura a partir del personaje de Zola, una muchacha normal y corriente que acoge en su vientre a un futuro de Zeus.
Conflictos continuados
Ella no solo servirá como catalizadora de todo lo que se va a desencadenar en la serie. Además, le será de gran utilidad a Azzarello. Por una parte, como necesario contrapunto mundano que dota de un distanciamiento a toda la épica y fantasía. Hace que la presencia de un elemento extraño las haga parecer aún más fabulosas y acentúe el carácter heroico de una Diana que parece más centrada en no ser Wonder Woman. Por otra, como valioso as en la manga que permita prolongar algo de intriga con un personaje dotado de cierto misterio. Todo este armazón, que el guionista irá tejiendo poco a poco a lo largo de la serie, no esquiva un aquí y ahora trepidante y cargado de acción y un adictivo tono general de folletín.
Si fundamental es el trabajo de conceptualización narrativa, no le queda a la zaga. Quien se refiera a esta etapa de la amazona de DC como «Wonder Woman de Azzarello» estará cometiendo un terrible error, ya que no se entiende esta obra sin la fundamental aportación de Cliff Chiang. Pese a que el artista necesitará el apoyo de Toni Akins y Goran Sudzuka durante un buen puñado de números de la serie, es Chiang quien marca el tono general del título. Partiendo de un nuevo y fresco diseño de los personajes, el dibujante emprende una auténtica epopeya gráfica, dotando a su estilo de un aire clásico mucho más robusto, que brilla en las escenas de acción pero mantiene un firme dominio del tempo.
Chiang, cuya solvencia en todo lo referente a storytelling ha sabido demostrar a lo largo de los años en obras como Blanco Humano o Creeper, crece a lo largo de esta serie, sin duda su mejor trabajo como autor completo (sus portadas para Wonder Woman son excelentes).
Esta Wonder Woman supone una oportunidad difícil de encontrar estos días en personajes de Marvel o DC: ver cómo dos autores se toman su tiempo para desarrollar las ideas que tienen para un personaje más allá de uno o dos arcos argumentales. Un pequeño lujo que conviene aprovechar.
Por cierto… ¿no se podría haber hecho una sobrecubierta con Gal Gadot y conservar alguna portada original de Cliff Chiang? Pregunto.
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