En The Originals, Dave Gibbons nos trae una idea no precisamente… original. La verdad es que no es algo novedoso lo de trasladar el espíritu de Quadrophenia a las viñetas.
Por ejemplo, parecía pensar, ingenuamente, Ed Brubaker, que nos chupamos el dedo y no sabíamos de mods ni de Akira cuando escribió Deadenders para que lo dibujase ese popero encubierto que es Philip Bond, otro de mis autores fetiche .
El experimento quedó en un tebeo vistoso que, desde luego, no creo que merezca mucho comentario dentro del conjunto del autor de Lowlife. Y ahora llega Dave Gibbons con este The Originals, otro homenaje a la esencia británica sesentera, maquillándola con un toque de futurismo retro de lo más coqueto.
Vaya por delante las limitadísimas posibilidades que encuentro al material “mods contra rockers” si no es que sirve como pretexto o pincelada, y en este caso no lo hace. Gibbons nos envía a un futuro de Lambrettas deslizadoras y elegantes pandilleros, focalizado a través de dos chicos de la calle que, como no podía ser menos, quieren se parte de la élite de cascos brillantes y parkas acolchadas.
Gibbons ya tiene su Leader of the pack
The Originals funciona como una mezcla de Uno de los nuestros al que sumamos un viaje hace la madurez y el desencanto en plan mod que no intenta ocultar en ningún momento su falta de pretensiones. Quizá sea por su formato reducido -mala excusa- o porque, no nos engañemos, el dibujante no es, lo que se dice, un guionista de relumbrón.
El hecho es que esta novelita gráfica de atractiva presentación se queda en poco más que un boceto de anécdotas, sentimientos y personajes esquemáticos con una bonita presentación.
El argumento se desarrolla de una manera bastante rácana, teniendo en cuenta las posibilidades ilimitadas de presentar un mundo que no existe en la realidad. Eso sí, el futuro que nos dibuja el británico es todo un caramelito pop.
A través de su blanco y negro con grises, Gibbons se decanta por un dibujo más limpio y suelto de lo habitual, deleitándose en la composición de determinados momentos -esos momentos discotequeros- y demostrando que se ha preocupado más en ambientar la acción y los personajes que en dotarles de una historia de altura dentro de la que moverse.
Jugando al guiño constante, la calle Weller y todo lo que ocurre en ella no dejan de ser una versión un tanto acelerada del Leader of the pack de las Shangri-Las.
En ese sentido, The Originals es una obra entrañable, a poco que pongas de tu parte, es un envoltorio precioso (en la canción, la producción es de Phil Spector, en el tebeo, se encarga Gibbons) para contar, en dos pinceladas, la historia de un motero que viene y se va.