Velvet: la Guerra Fría según Brubaker y Epting
El anterior volumen de Velvet servía para sentar las bases de una trepidante serie se acción, intriga y agentes secretos en la que, por una vez, el protagonista no es un flemático gentleman de elegantes maneras, sino una madura secretaria con un pasado a sus espaldas.
Tras el golpe de efecto con el que se daba portazo a Antes del gran final, Velvet Templeton prosigue en esta entrega de la serie con su búsqueda de respuestas y venganza.
Ed Brubaker, a quien tan bien se le da jugar con la ambigüedad moral de los personajes, sigue nadando como pez en el agua en esta historia llena de personajes cargados de sombras, agentes dobles y traiciones. En ese sentido resulta definitiva la aparición de Damian Lake. La introducción (bastante espectacular, además) de un personaje que plantea, si cabe, más enigmas y desafíos cumple un doble papel. Por una parte, aleja la posibilidad de caer en una excesiva repetición de automatismos del tipo flashback-misión-huida. Por otra, resta exigencia al personaje principal, permitiendo diversificar líneas argumentales y, de nuevo, prolongando una ambigüedad en cuanto a las motivaciones y alineación del personaje que mantienen el tono de la serie.
Por lo demás, Velvet mantiene sus constantes, con acción bien dosificada, su sensación de glamour cosmopolita gracias al salto constante de escenarios y esas dosis justas de ambientación tan necesarias como trabajadas
Steve Epting sigue a lo suyo facturando un dibujo severo como un bofetón. Es difícil encontrar adornos a lo largo de sus páginas y quizás en esta entrega se pueda vislumbrar en algún momento puntual que las fechas de entregan y se dejaba algo de trabajo extra a la colorista Elizabeth Breitweiser con quien, por cierto, hace un gran equipo. Sin embargo, un vistazo con un poco más de profundidad permite ver el detalle y mimo que pone en escenarios, vehículos, coreografías marciales y expresiones de los protagonistas.
La vida secreta de los muertos confirma a Velvet más que como un interesante ejercicio de género, como a una de esas series de las de fondo de armario, un valor seguro.
Puedes leer también mi reseña de Velvet. Antes del gran final
Dejar una contestacion