Escribir guiones de cómic con Superman como protagonista es una de las pruebas de fuego para todo aquel que vive de contar andanzas de tipos con superpoderes. Muchos han asumido el reto de ponerse al frente de una de las series regulares del personaje e intentar insuflar algo de vidilla al superhéroe por antonomasia, pero muy pocos han sacado algo en limpio.
Más allá de sus innegables dotes y de su propio ego, el simple hecho de que Grant Morrison dedique su tiempo a un personaje suele ser para muchos plena garantía, aunque solo sea por el simple hecho de que, bueno, es Grant Morrison. El escritor escocés, totalmente cómodo en su papel de gran timonel en DC, supo abordar la enésila vuelta de tuerca del Boyscout Azul con un especial cariño en All-Star Superman, un «lo mismo, pero diferente» que sacó de una larga estancia en la UVI de la creatividad al Último hijo de Kripton.
En este Superman y los hombres de acero, Morrison emprende la tarea desagradecida pero necesaria de hacer un reboot al origen fundacional de Superman dotándolo de una mezcla convincente de actualidad y frescura que no reniegue de las raices. Un supuesto punto de entrada para nuevos lectores al que, al final, acaban acudiendo los lectores de siempre esperando, esta vez sí, la versión definitiva del personaje.
Este Superman de Grant Morrison es el que tradicionalmente ha dado más alegrías, el joven, inexperto y con mucho que aprender. El del Clark Kent más «marveliano», el chaval de pueblo que se las apaña como puede en la gran ciudad en busca de una oportunidad. En vaqueros, camiseta y capa, este Superman en prácticas se toma su labor superheroica con una mezcla de responsabilidad y diversión. Morrison alterna en su guiso ingredientes de toda la vida con alguna que otra especia de nuevo cuño. Rags Morales, con su dibujo sin sorpresas pero tremendamente dinámico echa el resto para que este Superman no chirríe pero tampoco aburra. Recupera poses y detalles tanto de su historia más remota como de la más accesible y le imprime de la frescura necesaria como para que la cosa vaya más allá del homenaje.
El lector del personaje de toda la vida encontrará todo lo que podría esperar: Lex Luthor, Brainiac, Kripton, la ciudad de Kandor, Lois Lane y Jimmy Olsen… Quienes acudan a esta obra atraidos por Grant Morrison hallarán un muestrario del arsenal del guionista cuando se enfrenta a personajes que no son de su propiedad: conflictos superlativos bien orquestados, pequeñas aportaciones marca de la casa en el legado del personaje y una estructura cómodamente establecida en la que los personajes atraviesan conflictos, acción y situaciones larger than life planteadas con la dosis justa de emoción e incertidumbre. Y, por supuesto, hay ramalazos de genial despiporre, porque Grant Morrison, aúnque se vista con librea corporativa, sigue siendo Grant Morrison.
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