Acostumbrados ya a la presencia cotidiana de autores japoneses como Hideshi Hino, Shintaro Kago, Shuehiro Maruo o el propio Junji Ito, se puede decir que el tipo de manga que estos autores representan ha conseguido hacerse un hueco en nuestro mercado. De estos mangaka quizás podamos considerar a Ito, merced a la adaptación al cine y la televisión de algunos de sus mangas, como el más «comercial» dentro de un grupo de creadores con una personalidad muy marcada y una querencia por la sordidez y lo extremo que difícilmente casan con ese adjetivo.
Hellstar Remina arranca con el descubrimiento de un planeta al otro lado de un agujero de gusano por parte de un astrónomo que decide bautizarlo con el mismo nombre que a su hija Remina, hecho que llevará que esta se convierta en una figura pública. Arranca a partir de aquí un descenso a toda velocidad hacia lo más profundo de la demencia y el apocalipsis. Por estos lares ya sabemos como se las gastan los japoneses cuando se ponen apocalípticos, ya no solo por una obra tan celebérrima como Akira sino por otros acercamientos a esta temática bastante más crudos como puedan ser Dragon Head o Aula a la deriva. Frente a la aproximación netamente épica y heroica del cómic estadounidense a esta temática, el cómic japonés responde casi unánimemente con un derroche de tremendismo y desasosiego. En Hellstar Remina, Junjo Ito parece disfrutar sometiendo a las masas a una histeria unas veces motivada por la adoración y otras por el terror. Toda manifestación humana, sometida a su prisma, acaba siendo exagerada hasta el extremo. La adoración se convierte en obsesión, la devoción en fanatismo… Los ojos alucinados y las caras desencajadas de sus multitudes, esas masas anónimas e irracionales que representan lo más profundo -y, casi siempre, lo peor- de la condición humana se revelan como un juguete preciado por el autor. Ito sabe que no hay nada que de más miedo que aquello que no podemos explicar y quizás es por ello que desenvuelve toda una trama de terror, angustia y delirio sin dar demasiadas explicaciones. Remina, el amenazante planeta, es una masa sentiente, viscosa y purulenta sacada de la peor pesadilla de un microbiólogo que desencadenará un caos inevitable pero, sobre todo, es la excusa que permitirá al autor de rienda suelta a situaciones en ocasiones tremebundas y en otras sencillamente descacharrantes.
A lo largo de toda la obra, hay poco lugar para concesiones que permitan quitar el regusto amargo que deja una galería de personajes egoístas y con los que es difícil o directamente empatizar. De nuevo, Ito consigue fascinar con su retorcido retrato de la condición humana y su particularísima manera de entender la ciencia-ficción y el terror.
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