Durante los últimos años, la transformación social y económica derivada de la crisis ha vuelto a sacar a la palestra una cuestión casi siempre recurrente en épocas del conflicto, como es el compromiso del arte con la denuncia social. El debate se ha centrado principalmente en el sector musical, dentro del mal llamado indie. Como buen país cainita y revanchista que somos, al final la cosa se ha quedado en afearle la conducta pidiendo cuentas de una militancia social de la que nunca hicieron gala o exigiendo una coherencia de la que la mayoría de los portadores de antorchas no puede presumir. El mundo del cómic es en nuestro país un ámbito mucho más atomizado y liberado de prebendas y vanidades (todavía no conozco ningún caso de nadie que se haya metido a dibujante de cómics para follar). Además, la propia naturaleza narrativa del medio lo ha convertido en un territorio mucho más proclive a abundar en historias que busquen tomar el pulso de la realidad social en la que vivimos. Es el caso de El mundo a tus pies, de Nadar, seudónimo artístico del castellonense Pep Domingo.
En El mundo a tus pies encontramos tres historias con diferentes protagonistas cuyo nexo en común es estar cobijados bajo un paraguas de desencanto. Jóvenes a quienes la crisis internacional del último lustro ha golpeado y afectado no sólo económicamente, sino también anímicamente, en su relación con quienes le rodean y en sus expectativas de futuro. Así, conocemos a un ingeniero que ejerce de dependiente en una tienda de ropa que recibe una oferta para trabajar de lo suyo… en el extranjero, a un joven sin estudios que prácticamente ha perdido la esperanza de encontrar trabajo y a una brillante estudiante de Historia abocada a una vida de estrecheces trabajando como teleoperadora. En todas y cada una de ellas nos encontramos con situaciones y relatos que resultan amargamente familiares, ya sea por haberlo experimentado en nuestras propias carnes o en las de familiares o amigos. Nadar consigue entrelazar los perfiles de protagonistas y secundarios mostrando un completísimo espectro de la condición humana, con sus defectos y virtudes y plantea de manera muy interesante los pequeños y grandes conflictos cotidianos a los que se enfrentan las personas a quienes nos ha tocado vivir esta época. Es verdad que hay en El mundo a tus pies arquetipos como los de los protagonistas o la gente que les rodean. El jefe cabrón, la ricachona despreocupada o los padres de familia bien que no entienden que sus hijos malvivan lo son abiertamente. Por una parte, se trata de un peaje prácticamente ineludible cuando se trata un tema de índole social que pretende tanto reflejar una realidad como calar entre quienes son testigos de ella. Por otra, y para mí este es uno de los puntos fuertes del autor a lo largo de esta obra, es su capacidad para crear personajes poliédricos alejados de un «buenos y malos» que habría desbaratado por completo la capacidad incisiva de El mundo a tus pies.
La propia ironía del título nos previene en cierto modo del tono amargo que impregna a este voluminoso tomo apaisado. Nadar evita en todo momento el tono bucólico y sensiblero que le habría acercado peligrosamente al pasteleo concienciado de Fernando León de Aranoa. Hay mucha rabia contenida en el retrato de la perspectiva laboral de gran parte de esa «generación más preparada de la historia», relegada a esa nueva clase social por precarios dependientes, cajeros y teleoperadores que, tal y como cuenta Owen Jones en su Chavs , ha sustituido a lo que antaño era una clase trabajadora con trabajos estables y sueldos justos. El mundo a tus pies, sin embargo, no se limita a describir un panorama deprimente y compadecerse de sus víctimas. En las tres historias, la rabia contenida da paso a una liberadora rebeldía que, en el fondo, es una invitación al cambio y al optimismo. Algo que considero todo un ejercicio de coherencia por parte del autor, que lleva su compromiso artístico hasta las últimas consecuencias. Sin fanfarrias ni vacuos gestos de intelligentsia, Nadar consigue una obra en la que deja constancia de lo que está viviendo en la mayor parte de la población de este país y lanza un mensaje de optimismo a través del inconformismo, del no a la mediocridad.
Mención aparte merece el apartado gráfico. El mundo a tus pies es una obra mucho más ambiciosa que Papel Estrujado, que ya de por si era un proyecto de envergadura para autor joven y con un recorrido relativamente corto. Más allá del reto que pueda suponer el uso del formato apaisado, a lo largo de las más de doscientas páginas de la obra se observa un crecimiento exponencial en el dibujo de Nadar. Está, por una parte el acertadísimo uso del color, sí, pero es que todo lo referente al dibujo supone un paso hacia adelante de un artista que ya atesoraba un buen puñado de cualidades. Se palpa y se siente el crecimiento de un dibujante en evolución con la inquietud y el nervio de ir a mejor y consolidar algo aún más grande. Así los demuestran los fondos, los detalles, las excelentes dinámicas entre personajes y su capacidad para dotarles de expresiones y una gestualidad propia. Hay, incluso, margen de mejora (algunas sonrisas y carcajadas acaban entre la mueca y lo inquietante) pero la impresión conforme avanzas a lo largo de El mundo a tus pies es que, siendo una obra apabullante, es solo una de las primeras piedras de algo muy grande, de un autor que ha hecho méritos para entrar dentro de la lista de los imprescindibles.
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