Prosigue la apasionante saga de Christopher Chance, el Blanco Humano. Es curioso como la base argumental de la serie, la habilidad camaleónica del protagonista para ponerse -literalmente- en la piel de otras personas, mantiene el tipo número tras número y da lugar a nuevas posibilidades, como el creciente estado de dispersión mental que acaba por crearse en Chance a través de su constante cambio de rostros y personalidades. Este tomo reune dos arcos argumentales diferentes, que se reparten el español Javier Pulidoy Cliff Chiang.
El primero, Cruzar la frontera abunda en el drama de la inmigración ilegal y de las mafias que se aprovechan del mismo con oscuros propósitos. Milligan entrelaza en una firme trenza el argumento central con la vuelta de Chance a su realidad propia, a su rostro y a su vida, y a la posibilidad de abandonar su papel de doppelganger de alquiler. el español Javier Pulido realiza todo un despliegue de buen hacer en cuanto a planteamiento de página. Soprendentemente alejado del estilo realista que impera en el mercado norteamericano, Javier utiliza un trazo suelto en el que se le nota francamente a gusto para desarrollar con acierto una trama en la que sabe conjugar a la perfección lujo y miseria dentro de esta trama llena de contrastes a través de sus viñetas. De ambas tramas, quizás sea esta la más inspirada, tanto por un Milligan con un nervio narrativo más tenso, como por el estilo más neutro de Cliff Chiang que, sin desmerecer, no llena tanto con las páginas de los siguientes tres números, los que conforman Segundo Advenimiento. En él, Peter Milligan ahonda en la realidad y motivaciones de un iluminado y la secta que le rodea, con un argumento que puede no resultar un derroche de imaginación, pero sí acaba siendo solucionado con la suficiente solvencia como para resultar satisfactorio.
En la recta final de la colección -queda material, si no me equivoco, para un tomo más, con lo que se habrá editado todo el material de la extinta serie regular- Blanco Humano no es el descenso en montaña rusa con el que comenzó en aquella miniserie dibujada por el tristemente desaparecido Edvin Biukovic, pero sí es, sin duda, una de las series con más garra y buen hacer en el amplísimo catálogo Vertigo del que disponemos actualmente.
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