En Basura Gerf Backderf echa mano de su experiencia trabajando como basurero durante unos meses a finales de los setenta y una posterior labor de investigación sobre la materia para ficcionar acerca de cómo son, de donde vienen y a donde van los residuos que generamos los humanos. Al mismo tiempo, Backderf también realiza breves apuntes sobre la globalización, la crisis económica o una determinada parte de la sociedad norteamericana, representada en el pequeño pueblo del interior de los EE.UU donde transcurre la acción. Al autor le conocemos en nuestro país por Mi amigo Dahmer, obra en la que narraba la juventud de Jeffrey Dahmer, conocido como el carnicero de Milwaukee, uno de los peores asesinos en serie de la historia y compañero de instituto suyo. Obra, además, que se hizo con el Premio Revelación en el Salón del Cómic de Angouleme 2014. Además de estas dos obras largas, Backderf cuenta con Punk Rock & Trailer Parks (SLG Publishing, 2010) y una extensa trayectoria realizando tiras de prensa y caricaturas políticas en diversos periódicos y publicaciones norteamericanas.
Basura arranca con un breve pero revelador repaso de la historia de la basura a través de diversas épocas de la humanidad para trasladarnos a una pequeña ciudad de Estados Unidos. Allí, un joven sin oficio ni beneficio encuentra una salida a su situación entrando a trabajar en el servicio municipal de recogida de basuras.
A través de los ojos del protagonista, el lector se va adentrando en el funcionamiento de un proceso que transcurre en segundo plano de cualquiera de nosotros. Seremos testigos de los pormenores de un trabajo poco agradecido y que expone como pocos la verdadera naturaleza de las personas a través de lo que tiran a sus contenedores y cómo lo hacen.
Veremos cómo el protagonista y sus compañeros se enfrentan a superiores poco comprensivos, compañeros peculiares, inclemencias meteorológicas y vecinos de todo tipo. Por el camino habrá lugar para compadreo, humor decididamente escatológico y alguna que otra reflexión.
Basura conjuga la mirada a una realidad tan importante y desconocida como la recogida y gestión de residuos con el formato slice of life, en este caso enfocado a ofrecer el retrato de unos jóvenes que intentan salir adelante en una pequeña ciudad en plena transformación.
Backderf nos cuenta todo esto haciendo uso de un dibujo espartano y poco proclive a sutilezas. El autor, salvando las evidentes distancias, comparte con Alex Robinson (Malas Ventas) o Steve Ollmann (Cuarentón) unas maneras que retrotraen a cierto cómic indie de los noventa que es posible que eche para atrás a un tipo de lector más moderno. Siendo justos, resulta pertinente destacar que más allá de afinidades plásticas, Backderf realiza un trabajo solvente en el que se adivinan muchas horas de vuelo.
La mayores pegas de Basura vienen a la hora de enfocar los personajes, que están dotados de un tono excesivamente arquetípico. Empezando por el protagonista, por el cual es difícil establecer algún tipo de emoción, ya que su desarrollo, personalidad o motivaciones no tienen ningún tipo de recorrido. No corren mejor suerte su compañeros de fatigas, empezando por el utópico chiflado izquierdista, tan pasado de rosca que consigue aburrir conforme aumenta su protagonismo. Tampoco el conductor del camión, un auténtico running gag de personaje, o el coleccionista de pianos, poco más que un recurso para que el protagonista no hable solo. Al final, todo se despacha en los curritos buenos, capaces de desarrollar sorprendentes disertaciones de corte social, y los que mandan (funcionarios públicos incluidos), un conjunto poco diferenciado de enchufados, corruptos, paletos e ignorantes de baja catadura moral.
Un escenario demasiado simplista y maniqueo al que hay que añadir una serie de situaciones repetitivas y/o forzadas (las constantes apariciones del supervisor, la exageradísima torpeza del conductor) poco estimulantes, así como algunas líneas argumentales (el conflicto con el cachas del pueblo, el desenlace precipitado de algunos coprotagonistas) solucionadas de manera decepcionante. Una serie de peros que se ven atenuados por el, esta vez sí, estupendo tino de Backderf para retratar a la fauna local con la que tienen que lidiar los basureros día a día.
Queda la duda razonable de cómo habría sido esta obra si el autor hubiese apostado abiertamente por el reportaje y la divulgación, en la línea del prólogo y el epílogo o si hubiese abrazado abiertamente la ficción cómica, dejando de lado los intentos de retrato personal y social. Mi apuesta es que, sobre todo en el primer caso, estaríamos hablando de un cómic mucho más sólido.
Al final, Basura triunfa cuando nos enseña algo que tenemos cerca pero nunca miramos como es todo el proceso de gestión de residuos y el personal humano que se encarga de ello, y se queda a medias en la parte que sí vemos: la de las relaciones y el lado humano de esos personajes. Como slice of life, es un cómic que sabe a poco. Como obra didáctica y hasta de investigación, resulta notable. La combinación de ambas facetas iguala el terreno y, eso sí, procura una lectura amena y estimulante.