Curiosa (y necesaria) la vuelta de algunos dibujantes españoles de finales de la década de los ochenta al panorama editorial. Leyendo la biografía de Antonio Navarro, uno no puede por menos que sorprenderse ante la cantidad de vueltas y revueltas que ha dado este autor hasta la publicación de El tiempo arrebatado, un álbum ambicioso en el que el madrileño se vuelca en una historia que recorre países y épocas con pulso firme. El tiempo arrebatado es una historia de búsqueda e investigación, de pequeños-grandes misterios que, como digo, recorrieron el mundo, aunque sean resueltos entre cuatro paredes. La extraña desaparición de un niño llevará a una madre inmigrante a indagar sobre su propio pasado como método para resolver el rompecabezas que le permita recuperar a su retoño. Navarro nos lleva a la India, Francia… nos embarca en la escena futurista, en la Guerra Civil española y presenta a personajes llenos de convicciones, ilusiones y pasión. A lo largo de las páginas de El tiempo arrebatado y con un sólido uso del flashback conocemos a Picasso, Klimt o Schiele mientras seguimos la pista de Simone y Konstantin a través de capítulos inaugurados por citas de Italo Calvino o Windsor McKay, sin que tal acumulación de grandes nombres engendre ni asomo de pedantería. Uno pensaría que, en una narración tan rica en lugares y momentos, mantener la intensidad acabaría por convertirse en un problema superadas un par de docenas de páginas. Sin embargo, es el arranque lo que se le resiste a Antonio Navarro. Esa realidad de chabolas, inmigrantes nobles, artistas bohemias de buen corazón y policías opresores y despiadados peca de tópica y manida. Parece mentira que resuelva con mayor soltura dar vida a personajes “más grandes que la vida” como Picasso y, por otra parte, falle a la hora de dotar de algo más de profundidad a gente corriente con referentes actuales. Afortunadamente, los motores calientan rápidamente para que, en cuanto Navarro introduce los elementos menos cotidianos y se permite juguetear con la historia y los personajes, el dibujante empiece a sentirse cómodo y a hilvanar una historia soberbiamente ambientada y salpicada de encanto añejo, exotismo y espíritu aventurero. A partir de ahí (y con el único borrón de una secuencia de corte homoerótico tan innecesaria como previsible), el autor logra poner a flote una historia empapada en romanticismo (salvando las distancias, ¿se acuerdan ustedes del primer volumen de Sambre?) ciertamente disfrutable. Navarro, además, se permite realizar una contundente demostración gráfica a través de un dibujo de trazo elegante y personal de gran expresividad y con una exquisita recreación en detalles y ambientación. Éste, además, se beneficia, y mucho de un acertado uso del color, eligiendo en cada capítulo, época y secuencia una paleta de tonalidades que sepa dar unidad a cada pasaje. La obra, además, se beneficia del estupendo trabajo de edición de la gente de Edicions De Ponent, con un tomo de gran tamaño con una excelente calidad de reproducción. Sin ser una obra perfecta, El tiempo arrebatado sí es un álbum interesante, intenso y evocador en el que, más que pecados, se le puede reprochar algún pequeño desliz.
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