Se me hace raro esto de hablar de originales de cómic, ya que generalmente dejo estas cosas a gente con más experiencia y cosas que decir que yo. Sin embargo, las últimas semanas me han animado a escribir un curioso a la vez que triste artículo.
Vayamos por partes. Colecciono originales desde hace varios años, aunque es en el último par de años cuando le he empezado a dar al tema más activamente. Hasta ahora, no se si por fortuna o por prudencia no he tenido grandes disgustos con una afición que forzosamente pasa por esperas, confianza, pagos y envíos por correo.
El caso es que tengo originales que han recorrido miles de kilómetros y he tratado con particulares y marchantes de allende los mares sin ningún problema. Ha sido precisamente, cuando más cerca me he quedado, cuando han surgido los problemas.
ESCENARIO 1: Veo en eBay una subasta interesante, una historia completa de seis páginas de mi admirado Jack Sparling baratita, baratita. Una de esas subastas por las que ves claro que nadie va a pujar. Además, las páginas las vende un tipo de Madrid que tiene en Garaje Ya una especie de tienda por internet de originales. Mejor imposible. Espero hasta quince minutos para pujar porque no tengo una buena conexión. A dos minutos otro usuario empieza a pujar agresivamente. Al final gano la puja pero al doble del precio inicial. Ningún problema hasta ahí. Llega el problema cuando veo que el otro pujador compulsivo tienen 0 feedback y un “nick” sospechoso (curiosamente, el del “tebeo favorito” del vendedor, según apunta en su propia página). Huele a chanchullo (eBay es bastante duro con conductas como pujar por tus propios artículos, etc.), denuncio a eBay y en 48 horas ambas cuentas son clausuradas. Yo, por supuesto, me quedo sin las páginas. Le escribo un mail al tipo explicándole mi decepción por su conducta y, encima, ni siquiera tiene la decencia de disculparse o así. Primero, disculpas cutres y, más adelante, lindezas del tipo “yo cuando quiero algo pujo hasta donde estoy conforme y no voy por ahí denunciando”. Encima moralista. No sé si reir o llorar. Que te vaya bonito.
ESCENARIO 2 (especialmente doloroso): Hablando de moral… No me considero un santo ni un dechado de virtudes, pero tengo claro que las relaciones entre personas se basan en la confianza. Para mí, la relación entre dueño de tienda (de Magic, de comics, de lo que sea) y el cliente que se deja la pasta en tu establecimiento de manera más o menos regular se basa en la confianza. En mi último viaje a Barcelona aproveché para visitar a Jose, de Studio Comics. Conozco a Jose desde hace diez años, más o menos. Era devoto de su fanzine y fue gracias a él que conseguí mis primeros originales, que me inicié en este mundillo. Un tío con el que siempre había tenido cordialidad y cierto buen rollo. El caso es que, tras años sin saber nada de él, me alegró ver que se había montado una tienda y tenía originales. Mantuvimos cierta correspondencia por e-mail y me pasé por su tienda. Allí conversamos animadamente sobre el hobby, con muy buen rollo, sobre autores, precios, abusos, chollos… Studio Comics tiene una pequeña exposición de originales, nada espectacular pero con la ventaja de que te lo compras y te lo llevas a casa, sin esperas. Le pido precio por algunos, uno de Óscar Jiménez por el que me ofrece un descuento… como tengo un par de piezas mejores de ese autor, lo dejo pasar pero le digo “¿Y el de Jae Lee? ¿Me haces un descuentillo?”. Me refiero a una página de Capitán América coqueta en la que sale Nick Furia. Me dice que no puede, porque la vende “Casi a precio de coste”. Yo sé qué marchante americano lleva a Jae Lee, me lo pienso y me llevo la página a casa. Y tan amigos, con la promesa de que volveré a por más.
Sé que ese marchante suele dejar en su página scans de las páginas en stock y también de los que ha vendido. Al llegar a casa echo un vistazo y cual es mi sorpresa al ver que de “casi al coste”, nada. A no ser que cobrar algo a más del 100% de su precio original, nada. En fin. Qué pardillo, pensarán algunos. Pues no. Jose me dijo que el precio de la página es tal y yo decidí creerle. Era muy sencillo. Podría haber dicho “no te puedo hacer rebaja, punto” o “el precio es XX, punto”. Pero no. Tuvo que mentir para sacar unos eurillos. ¿Era necesario? No lo sé. A ver, yo entiendo que Studio Comics no es una ONG. Lo que no puedo compartir es el vender a costa de lo que sea, incluso de la confianza y del conocimiento mutuo. Un margen del 30, del 40, del 50%, yo que sé… vale. Incluso un margen del 100% pero de cara, sin mentirijillas al más puro estilo comerciante de zoco de Bagdad. Le mando un mail explicándole mi disgusto no por la pasta, sino por el hecho de que una persona por la que tienes cierto aprecio te la clave) y su respuesta es: “ME IMAGINO QUE NADIE COMPRA AL MISMO PRECIO QUE VENDE SUPONGO QUE SI PUEDES COMPRAR EN INTERNET TE LO DEJARAN AL MISMO PRECIO QUE LO COMPRAN”, es decir que me podría haber respondido “blah blah blah” y tan panchos. Si Adam Smith levantase la cabeza… Ni disculpas ni mea mea culpa, me has pillado, ni nada.
Evidentemente, después de estas dos experiencias reveladoras con “dealers” patrios, no vuelvo a comprarle un original a un español que vaya de marchante por la vida ni de coña. Esta visto que, en esta tierra de pícaros y listillos es más sabio el que cree que corre más. Así pues, aviso para navegantes, aspirantes y principiantes: Paypal, un giro postal y un par de semanas de espera son un coñazo, sí, pero te ahorrarán un serio recargo y, sobre todo, muchas decepciones. Ahí queda eso, avisados estais. Hay tiburones fuera.