Manu González es un veterano periodista que ha construido su carrera alrededor de la cultura popular en el más amplio sentido de la palabra. Ha escrito sobre música, cine y lo que le pusiesen por delante en El Periódico, El País de las Tentaciones o Mondo Sonoro, y fue redactor jefe de Go Mag, revista de tendencias que no supimos valorar cuando estaba haciendo cosas muy bien y, claro, ahora echamos de menos. Recordemos que la justicia poética es justicia pero, al fin y al cabo, poética, por lo que embelesa, reconforta, pero no te recuerda que compres papel higiénico de dos capas ni te ayuda a hacer el borrador de la declaración de la renta.
Manu ha logrado merecidamente el respeto de una profesión en la que nos conocemos casi todos haciendo mucho amigos y la cantidad justa de enemigos. Aunque no es estrictamente necesario haberla visto para llegar a la conclusión, cualquiera que conozca la trilogía superheroica de M. Night Syamalan recordará que para que todo héroe precisa de un villano para serlo. Manu González lo sabe muy bien porque, además de saber mucho y muy bien de música y de cine, es un tipo con una sensacional cultura en materia de ciencia-ficción, fantasía y cómics.
Esto último le ha llevado a encadenar durante los últimos años una serie de volúmenes enciclopédicos sobre criaturas y ciudades fantásticas. Ambos, soberbios compendios en los que no solo demuestra saber mucho sobre fantasía y aledaños, sino también tratar el tema con dosis de cariño e implicación acompañadas de rigor de buen periodista. Su libro más reciente, Comics de los 80, es una fabulosa sublimación de todo este buen saber hacer.
Para cualquier hijo de vecino que ronde los cuarenta o se encuentre plenamente reclutado en esa década vital, la llamada de la nostalgia ochentera es un poderosísimo y embriagador aroma de seducción. Al común de los mortales que creció durante esa época analógica retrotraerse a vestigios de su cultura popular tiene un efecto similar al de que tenían para el oso Yoguilos pasteles de manzana calientes dejados a enfriar en una ventana.
Teniendo esto en cuenta, que Manu dedique un libro a convencer al personal de que los cómics de los ochenta son los mejores de la historia podría parecer, a primera vista, una victoria facilita no ya sin saltar al campo, sino sin bajar del autobús. Pero mira tú por donde que este hombre se ha dejado de complacientes celebraciones generacionales y ha huido de esa boba comunión surgida de atrincherarse en el mirar atrás cuando se ha perdido la perspectiva y el interés por seguir mirando hacia adelante.
Sí, a Manu González le habría costado muy poco adoptar esa postura tan de ahora, tan de redes sociales de “esto es así por que yo lo digo” que, acompañada de la infalible nostalgia ochentera de la que hablábamos antes, habría sido un efectista gol de chilena. Muy al contrario, consolida una propuesta de títulos y autores ecléctica, argumentada y representativa, que defiende con entusiasmo, espíritu didáctico y argumentos.
En Cómics de los 80 hay superhéroes, fantasía y tebeo indie. Hay manga, cómic europeo (español también), tebeo yanqui e historieta latinoamericana. Ha entradas sobre Watchmen y Perramus, sobre Captain Tsubasa y Sangre de Barrio, sobre El click y Marshall Law. Todo está primorosamente contado y permite hacerse una visión general de una década que, en efecto, dio lugar a un fabuloso catálogo de cómics notables.
Manu González ha conseguido el equilibrio perfecto en una obra de gran rigor y contexto que no por ello renuncia a tener alma, y el resultado es un libro de referencia trufado de pasajes memorables.