Ciencia Oscura, o Black Science en su versión original acaba de aterrizar en nuestro país tras haber generado el característico runrun de las series Image que consiguen encandilar al público norteamericano (que, últimamente, son bastantes). En este caso la fórmula del éxito entronca de manera directa con la vertiente espacial del género pulp o con los cómics de ciencia ficción de E.C. Comics. El guionista Rick Remender se ha refugiado para dedicarse a sus propios proyectos y la jugada, desde luego, no ha podido salirle más redonda, al menos en términos creativos. Solo hace falta leer el primer capítulo de Ciencia Oscura para comprobar que, muy probablemente, la serie es lo mejor que ha escrito Remender (el primer número de la serie regular desde luego lo es). Desde los primeros compases de este tomo queda bien patente que el dibujo del italiano Matteo Scalera es piedra angular de este éxito. El dibujante realiza un despliegue de su enorme talento casi en cada página. No solo su diseño de personajes y ambientación son impecables, con ese equilibrio entre la rabiosa modernidad y el tipo de space opera que reconocerán quienes crecieron con cabeceras de Toutain como Zona 84 o el Azpiri más cósmico. Scalera domina el tempo de una serie cargada de acción, que sabe coregrafiar de manera fluida y elegante. Consigue, además, mantener ese sense of wonder, esa capacidad de maravillar, plasmando con solvencia mundos imposibles y amenazadores y personajes sorprendentes (tiranos batracios, alienígenas imposibles, tecnoindios…). Por último, y no menos importante, consigue que los personajes del reparto resulten expresivos y carismáticos. Un trabajo de enorme mérito , que conjuga de manera sutil y precisa lo mejor de las tradiciones artísticas norteamericana y europea, y en el que ha jugado un papel decisivo el color de Dean White.

Rick Remender ha sabido plasmar las muchas horas de vuelo que lleva en esto del storytelling. De su paso por el mundo de la animación podemos entender ese sentido del ritmo y de la acción tan bien gestionados, que sabe utilizar como medio narrativo y no como excusa,  y a ser terriblemente efectivo con un recurso tan del género como es el cliffhanger. Además, entiende a la perfección que entre las claves para que una serie mantenga el interés resulta fundamental la habilidad para gestionar varios conflictos de diversa intensidad simultaneamente. En Ciencia Oscura, la epopeya multidimensional de un científico anarquista, su creación, sus compañeros,sus hijos, su amante y su jefe son una muñeca rusa que oculta otras tantas, desde la lucha interna del propio protagonista con sus miedos, fracasos y contradicciones al choque entre las dispares motivaciones de los personajes y su interacción con entornos casi siempre hostiles y peligrosos.  Remender se permite esbozar estos personajes sin prisa pero sin pausa, supeditando todo a una manera de narrar que entiende que la acción puede ser herramienta poderosa en la definición  de los mismos. Que un cómic entretenga es algo loable pero definitivamente habitual. Que destaque por su excelente factura no lo es tanto, desgraciadamente. Pero que consiga sorprender más allá del planteamiento inicial y encandilar repetidamente a golpe de frescura e imaginación es algo que realmente marca diferencias.