Brian Bolland nos enseña su mundo interior
Rey de los dibujantes tan geniales como poco prolíficos, a lo largo de los años, y más desde que entramos en el siglo XXI, raro es ver material de Brian Bolland que no consista, básicamente, en portadas. Eso, si cabe, añade más valor aún a Bolland Strips!, cuidado volumen que recoge el material más personal de un dibujante muy acostumbrado a hacer lo que le viene en gana.
Bolland Strips consiste, básicamente, en dos partes, equivalentes a dos proyectos bien diferenciados. La primera, que recopila todas las historias de la Actriz y el Obispo, nos muestra a un Bolland gráficamente impecable, en uno de sus momentos más dulces en lo referente a su estilo limpio, realista e hiperdetallado. En un pulcro blanco y negro el británico desglosa sus historias cortas formadas a partir de juegos de palabras, bromas privadas y un sentido del humor muy particular. Con sus textos de apoyo en verso y esa sensación de que pasan las páginas sin que pase nada, Bolland acaba por conformar una especie de comedia de situación en viñetas bañadas en ácido lisérgico. El humor británico rara vez había sido tan negro, friki y personal.
Tras la aparentemente comedida exhibición gráfica de la Actriz y el Obispo, el mismo autor nos presenta Mr. Mamoulian. Un proyecto que, explica, quería que fuese más inmediato y visceral, sin tener que preocuparse por el habitualmente febril proceso gráfico que precede a casi cada proyecto del autor. Con un trazo grueso y comparativamente poco cuidado, Bolland juega a expresar y, de nuevo, al gag situacional con un personaje que reslta ser algo así como el reverso sombrío de Mr. Bean. En un giro de metalenguaje (o de metabroma), incluso se inventa al auténtico creador de las historietas, con divertidos incisos aquí y allí. Con más páginas que la Actriz y el Obispo, Mr. Mamoulian, a través de un personaje tan patético como entrañable, desarrolla situaciones mínimas, pequeñas reflexiones y diálogos absurdos con la tranquilidad que sólo puede destilar un proyecto que se sabe anecdótico y extravagante, del que no hay grandes expectativas. Bolland strips! Puede que desentone (y no sólo por el tamaño) en tu estantería al lado de La Broma Asesina o Camelot 3000, pero es una pieza más de ese genial puzzle llamado Brian Bolland.
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