Crimen en la América Victoriana con lo gótico como punto de encuentro entre Batman y Edgar Allan Poe
Con personajes icónicos como Batman convertidos en franquicias cinematográficas y fuente inagotable de merchandising, cada vez cuesta más encontrar esas propuestas absurdas y algo naif de cuando no había tanta serie regular, crossover ni continuidad. Es por ello que tiene más valor si cabe Elseworlds, ese sello que se inventó alguien en DC para plantear versiones imaginativas y totalmente libres de sus personajes. Tras una época fructífera, a la idea no se le ha dado mucho cuartelillo durante los últimos años, pero por lo menos de vez en cuando cae algo como esta sorprendente colaboración entre Batman y Edgar Allan Poe.
Surgida a partir de una idea del veterano guionista y editor Len Wein, esta miniserie que llega a nuestro país en forma de tomo es, en esencia, un largo guiño al autor de «La Caida de la casa Usher» y tantos otros relatos. El encuentro entre un Batman totalmente integrado en otra época y entorno, los de un joven Poe que hace sus pinitos en el mundo del periodismo, les convierte casi inevitablemente en aliados para resolver una serie de terribles asesinatos. El veteranísimo Wein se sumerge de manera total en la narrativa del afamado autor norteamericano, no solo por la inclusión de ciertos personajes -el doctor Usher, Arthur Gordon Pym, el señor Valdemar- sino con referencias a obras como El Pozo y el Pendulo o La Mascara Roja de la Muerte. El oficio del guionista se nota en su capacidad de comprimir intriga, acción y crimen en la América Victoriana en cápsulas de 22 páginas. Quizás para ello sacrifica un desarrollo más profundo de los personajes pero, en el fondo, si está jugando a replicar ciertas fórmulas del folletín de aventuras y misterio, esto es algo completamente justificado. Que el dibujo corra a cargo de Guy Davis es, dadas las características del proyecto, algo que casi podríamos haber dado por hecho desde un principio. El artista, bregado en la recreación de escenarios clásicos, pulp y/o sobrenaturales en obras como Sandman Mystery Theatre, The Marquis o B.P.R.D. es toda una garantía. Su característico trazo recrea a la perfección el ambiente de la Baltimore del siglo XIX y brilla en las escenas más tremebundas y ensoñadoras. Otro de los logros de Davis, además de saber definir un ritmo narrativo apropiado en cada momento, sea este un tenso interrogatorio, una ardua investigación o una aguerrida pelea, es la manera de retratar a Batman. Si una de las decisiones más inteligentes en esta obra es la manera que tiene Wein de recuperar la idea de Batman como un ser inquietante y enigmático para el resto de personajes (el running gag de las desapariciones recurrentes es un buen ejemplo), el Batman que diseña Guy Davis, tan aparatoso y con ese aire entre lo militar y la mascarada, resulta todo un acierto. El haber elegido a un Bernie Wrightson en modo «el que tuvo, retuvo» para las portadas se antoja también como una buena decisión.
Batman/Edgar Allan Poe: Nunca más es una lectura estimulante y entretenida, un ejercicio liberador que las grandes editoriales deberían practicar más a menudo, consistente en trabajar más la fantasía y premiar el trabajo bien hecho y prestar menos atención a los grandes números y la grandilocuencia.
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