Reseña de Northlanders, el regreso de Sven, de Wood y Gianfelice

Tres años después de la finalización de la serie, llega a nuestro país  Northlanders, el regreso de Sven, el recopilatorio del primer volumen de Northlanders, la saga ideada por el guionista Brian Wood (Demo, DMZ) alrededor del mundo de los vikingos. Northlanders, publicada por el sello Vertigo (sí, ese que antes se dedicaba a editar obras sobre magia y lo sobrenatural) supuso un interesante acercamiento a esta cultura no sólo por el exhaustivo trabajo de documentación realizado por Wood sino por plantearse un formato relativamente novedoso para una serie regular. Y es que el guionista norteamericano, en lugar de decantarse por centrarse en un conjunto determinado de personajes y una época determinada, prefirió ir contando historias distintas en cada arco argumental de la serie.

En este primer volumen, acompañamos al protagonista, Sven, de vuelta a su tierra natal, las Islas Orcadas, después de servir en la guardia varega en Constantinopla. Allí es testigo de cómo su tío ha usurpado el trono de su padre, gobernante de la zona, y cómo él, heredero natural, es tratado como un extranjero. La elección de este protagonista, casi criado en un comparativamente mucho más civilizado Bizancio sirve para poder realizar una inmersión en las tradiciones y costumbres de la mano de alguien a quien le producen una mezcla de rechazo y extrañeza, un recurso tan sencillo como efectivo a partir del cual Brian Wood despliega un retrato trepidante de venganza, pasión y supervivencia en el que sabe encajar de manera soberbia todos los pequeños y grandes detalles que contribuyen a crear una ambientación muy trabajada o, al menos, eso parece. Que levanten la mano los expertos en historia vikinga y religiones nórdicas que haya en la sala. Pues eso. El trabajo del guionista de DMZ pueden convencer o no dependiendo del interés que pueda suscitar en el lector este tipo de periodo histórico o los relatos con héroe solitario e implacable con la palabra venganza escrita en la frente que tanto se ha repetido en géneros, países y épocas dispares. No se trata, efectivamente, de un argumento de excesiva originalidad pero sí que está trabajado con el suficiente nervio como para mantener un vigor narrativo que mantenga al lector espabilado, siempre y cuando éste no sea excesivamente impresionable.

Sobre quien existe poco debate es acerca de Davide Gianfelice. El dibujante italiano realiza un sensacional trabajo en más de un nivel. Su trazo nervudo y lleno de matices aporta ese empuje que necesita un cómic tan físico poniendo un plus de adrenalina, un punto de viveza a la hora de retratar una época tan marcada por las pasiones y pulsiones más básicas. Más allá del puro ejercicio de ambientación, tan logrado que fue utilizado como referencia por los siguientes dibujantes de la serie, el artista logra integrar los agrestes escenarios nórdicos como un personaje más y sabe trasladar al papel esta saga de sangre, gloria, sexo y metal de un modo tan crudo como, en cierto modo, elegante.

El regreso de Sven es un arranque excelente para una serie de género en la que la épica es una herramienta y no un fin en si mismo que Brian Wood utiliza para hablarnos, al fin y al cabo, de pasiones recurrentes del ser humano a partir de unas herramientas muy definidas.

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