A estas alturas creo que pocos pueden discutir que Ant-Man se ha convertido, por su propio derecho, en la película de superhéroes del verano. Vale que tampoco ha tenidos mucha competición, pero admitamos que su falta de pretensiones, el acertado casting y el saludable tono de comedia elegido acabaron por convencer. Que llegue semanas después del estreno cinematográfico este hombre Hormiga: segundas oportunidades es algo muy de esperar para aprovechar el tirón con un cómic que coincide en tono con la película protagonizada por Paul Rudd y Michael Douglas.
Editado en EE.UU antes de que el personaje debutase en la gran pantalla, la serie recopilada en el volumen del que os hablo hoy mantiene unos parámetros básicos similares. En resumen, Scott Lang es un ladrón hábil algo desastrado al que la suerte no acaba de acompañar y al que Hank Pym elige como Hombre Hormiga sucesor. El guionista Nick Spencer (Iron Man, Vengadores, T.H.U.N.D.E.R. Agents, Superior Foes of Spiderman) tiene clarísimo desde un primer momento que la principal baza de conexión del personaje con el lector va a ser el humor, y por eso abunda con tremendo ahínco en describirnos a un personaje alejadísimo del prototipo de superhéroe pluscuamperfecto. Se ve desde que arranca el tebeo y el protagonista se planta en una entrevista de trabajo vestido de superhéroe porque los trajes son muy caros. Scott Lang es un tipo majete y un poco payaso al que no le sale casi nada bien y que, por momentos, no acaba de tener muy claro si ser Ant-Man es una bendición o todo lo contrario. Un tío que va a entrevistas de trabajo y que tiene que lidiar con una ex mujer y una hija adolescente pero que también trata con Iron Man y un colorido surtido de supervillanos. Recuperando el humor ceporro e irresistible de la JLA de Keith Giffen, Nick Spencer juega a la sitcom con superhéroes. Además alimenta una galería de personajes secundarios bien trabajada y tiene una capacidad estupenda de desarrollar escenas-sketch y en generar intarecciones tronchantes entre los personajes merced a unos fresquísimos diálogos.
Cómplice al 50% de todo el desparrame es el dibujante español Ramón Rosanas. El de Badalona vive una segunda juventud artística después de unos lejanos inicios en Marvel UK y unos años trabajando para el sector de la publicidad. Su estilo le sitúa en el territorio en el que han triunfado artistas como Jim Cheung y Chris Sprouse. Tiene un dibujo agradecido y atractivo, a través del cual explota la expresividad gestual y de expresiones de sus personajes, algo casi imprescindible en el género de comedia. Pero es que, además, trabaja mucho y muy bien los encuadres y los fondos para que pueda funcionar un personaje que de repente cambia de tamaño y proporción con el entorno. Y lo mejor de todo es que hace que todo ello parezca tremendamente fácil, algo que solo consiguen los dibjantes verdaderamente grandes.
Con Spencer, Rosanas y el Hombre Hormiga tenemos equipo y guasa para rato y parece que, por ahora, la gente de Marvel tiene idea de mantenerlo en marcha. Bien hecho.
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