Una nueva vida para Elektra

Existen pocos personajes capaces de ejercer una mayor fascinación sobre el lector Marvel de toda la vida que Elektra. El relato de su vida, muerte y resurrección forma parte de una época en la que esas cosas todavía tenían relevancia y eran recibidas con solemnidad. Después de que alguien en Marvel decidiese que lo mejor para esta asesina ninja era volar sola y no volver a cruzar caminos con Daredevil, lo cierto es que la práctica totalidad de la magia ha desaparecido, por culpa principalmente de proyectos torpes y equipos creativos en horas bajas. Como Marvel está en plena eclosión de series protagonizadas por mujeres (la Viuda Negra, Capitana Marvel, Ms. Marvel, Thor, Hulka e incluso ese experimento de supergrupo femenino que es A-Next) resultaba casi obligatorio darle una nueva oportunidad al personaje.
La bipolaridad que reina hoy día en la Casa de las Ideas hace que lo que antaño habría ido a parar a un proyecto especial, una novela gráfica o una serie prestige, acabe convirtiéndose en serie regular. Total, hoy en día el formato manda y lo que hoy es humilde tebeo de grapa mañana será edición deluxe y pasado tomo recopilatorio. Además, el concepto de serie regular hace tiempo que perdió sentido para las dos grandes editoriales yanquis en un mercado en el que se pelea a cuchillo por repartirse las migajas de una masa de lectores estancada desde hace años. El caso es que, se mire por donde se mire, el despliegue gráfico que ofrece Mike del Mundo durante este arranque de serie no es, desgraciadamente, algo que se vea todos los días. El dibujante e ilustrador filipino ha logrado con Elektra consolidarse definitivamente como un talento a tener en cuenta en el mundo de la historieta tras un par de años dibujando cosas aquí y allá para Marvel, donde sí está totalmente asentado como portadista. Del Mundo derrocha buen gusto a lo largo de unas páginas en las que demuestra entender a la perfección a un personaje para el que no todos los artistas están preparados. En este caso, las coreografías secuenciales del filipino, su acierto con las texturas y los colores y esa manera tan peculiar de crear atmósferas enrarecidas convierten a este tomo en un espectáculo visual de primer orden.
El que Marvel haya disparado con pólvora de rey en el apartado gráfico de Elektra: Linajes
tiene sus daños colaterales. En primer lugar, y de manera más directa, hace de menos al trabajo de W. Haden Blackman a los guiones. El escritor, tras un trabajo más que meritorio a cargo de Batwoman en DC Comics (no es casual su fichaje), aterriza en la Casa de las Ideas con el reto de dar una nueva vida a un personaje exigente con el que no suele haber término medio. Y si no, que le pregunten a Peter Milligan. W. Haden Blackman sienta unas bases interesantes para el personaje, si bien elude asumir riesgos. Despacha en tan solo unas páginas el qué y el por qué de la nueva andadura del personaje y luego se entrega a una trama-persecución innegablemente trepidante pero, admitámoslo algo previsible en su desenlace. Por el camino se quedan algunos pasajes de palpitante acción y, pro primera vez en mucho tiempo, un villano de calado como Labios Sangrientos en cuyo desarrollo Blackman se luce tanto o casi más que con Elektra. El guionista, además, se toma las cosas con calma. Se adivinan apuntes de una historia que pretende ser mayor y que el autor quiere hacer crecer a lo largo de muchos números. Las dudas surgen cuando nos preguntamos si el veleidoso lector norteamericano será capaz de aguantar las ausencias de un Mike del Mundo incapaz de mantener el ritmo mensual (los números seis y siete de la serie los dibuja un Alex Sánchez a años luz) o si realmente todo el nuevo envoltorio del Gremio de Asesinos que rodea a la protagonista esconde material de primera línea. Por ahora, y aunque sólo sea por ver cómo un talento como el de Mike del Mundo va creciendo página a página, esta renovada Elektra merece una oportunidad.