Reseña de Clase Letal, Los Niños del Agujero Negro

El primer tomo de Clase Letal, además de un excelente sabor de boca, dejaba a su conclusión, como todo «final de temporada» que se precie un buen puñado de interrogantes.

En este Los niños del agujero negro, se despejan muchas de ellas y, como resulta inevitable, se plantean otras tantas. Rick Remender sigue sacando partido del llamativo contraste entre los abundantes conflictos de la adolescencia con los imprevisibles avatares de que esta transcurra en una academia de asesinos. Otra vez la música, el amor y las contradicciones son el motor de una serie que sigue acertadamente la tradición del cine juvenil de los ochenta de John Hughes, con sus romances y sus misfits, añadiendo un toque de acción a lo John Woo, con sus elaboradas y espectaculares escenas de acción. Vivimos en una época en carente de complejos a la hora de establecer híbridos de todo tipo y Clase Mortal, pese a estar magníficamente ambientada en los ochenta, es digna hija de su tiempo.

Remender, auténtico arqueólogo de la nostalgia, sabe pulsar las teclas que conectan con nuestro yo adolescente y recuperar las sensaciones de unos pujantes ochenta cargados de tribus urbanas de lo más dispar y efervescencia sociopolítica.

Marcus, el protagonista, cumple a la perfección con el rol de protagonista con el que se empatiza a pesar de sus errores, o quizás a causa de ellos. Hay, además, una constante siembra de semillas a lo largo de la trama principal preparadas para explotar en cualquier momento, manteniendo el ritmo incansable de una serie tremendamente dinámica.

Wes Craig sigue ofreciendo un trabajo de muchos kilates. No hay duda de que Clase Letal no tendría ni la mitad de fuerza sin este dibujante. Un tipo que, más allá del innegable atractivo de su dibujo y de lo bien que define personajes, está dotado de una aventajada versatilidad. Es una auténtica gozada ver la sensibilidad con la que resuelve conversaciones o momentos más dramáticos para, un par de páginas más adelante, resolver de manera elegante escenas de acción que son puro ballet con pistolas y espadas. Clase Letal cuenta, de la mano de Lee Loughridge, cuenta con uno de los mejores trabajos de color de la actualidad, una labor que demasiado a menudo se relega a un segundo plano y que en este caso es, claramente, un actor principal.

Los Niños del Agujero Negro confirma, por si hacía falta, el estatus de Clase Letal como una de las series actuales imprescindibles.

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