Reseña de Rumble, de John Arcudi y James Harren

Habían un runrún considerable sobre Rumble durante los últimos meses. El trabajo de James Harren, unido al anuncio de que David Rubín iba a tomar el relevo del norteamericano a partir del tercer volumen, despertaban una expectación que pocas veces se había percibido en una serie nueva con un recorrido relativamente reciente. ¿De dónde sale toda esa anticipación? La lectura del primer volumen de la serie publicada por astiberri quizá lance algunos destellos sobre el tema.
James Arcudi, veterano guionista fogueado en obras que van desde La Máscara a adaptaciones de Aliens o Terminator para Dark Horse a la paranormal BPRD de Mike Mignola, concibe los compases esenciales de Rumble como una historia canónica de «qué pasa cuando la fantasía asalta lo cotidiano». Una premisa que hemos consumido como lectores y espectadores en multitud de ocasiones, con especial incidencia en el cine de Hollywood de los ochenta, hasta tal punto que prácticamente cada uno de nuestras películas más añoradas de la época acaba por utilizar este punto de partida.
Así pues, Rumble arranca con una acertada sensación de «algo nuevo que ya me suena» que Arcudi va destilando convenientemente con la ayuda de personajes no especialmente innovadores (el protagonista entrañablemente loser, el amigo gracioso…) pero ensamblados con soltura y acierto. Al final, lo que verdaderamente importa es que todo fluye y va cogiendo velocidad, como en el tobogán de un parque acuático: sabes de qué va el tema, sabes que el gran chapuzón te espera al final, pero ello no evita que el recorrido sea divertido y emocionante.
Por supuesto, la diferencia entre un tobogán de andar por casa y el espectáculo adrenalínico de un Acualandia lo pone el presupuesto, sí, pero, principalmente, el arquitecto. Ahí es donde James Harren abre la puerta a un mundo de FANTASÍA y desmelene interdimensional. El talento salvaje del dibujante norteamericano, con su trazo nervudo y vivaracho, es una auténtica bendición para una serie que, para funcionar, necesitaba combustible místico y sense of wonder a raudales. Harren es, además, un artista tremendamente versátil que sabe ir del humor a lo épico, del gore a lo cotidiano.
Rumble es una serie disfrutona de acción, de grandes peligros y amenazas, de misterio y aventura, que sabe pulsar las teclas correctas a la hora de crear un imaginario fantástico suficientemente original y, a la vez, suficientemente reconocible. Tiene como guionista a un tipo que se mueve con gran soltura en el género fantásticos y como dibujante a uno de los grandes valores actuales del cómic norteamericano, al que sucederá un David Rubín en pleno berserker creativo. O mucho se tuerce la cosa, o tenemos parque acuático para muchos veranos.