Reseña de Viajes, de Álvaro Ortiz

Hay pocos autores de cómic que hayan convertido los viajes en algo que entienden casi como parte fundamental de una historia. Un rápido repaso a la obra de Álvaro Ortiz nos hará ver que el viaje es, más que una presencia recurrente, casi un personaje más de sus cómics. Así pues, era un paso casi lógico que el autor se animase a poner cierto orden y sentido en sus cuadernos de viajes y compartiese con el lector sus visitas a diversos países realizadas merced a una colorida variedad de razones.

Haciendo un poco de memoria, podemos encontrar un puñado de diarios de viaje realizados por autores de cómics, desde el melindroso Craig Thompson, y su estilizada crónica de cómo un hipster norteamericano hace el ridículo más espantoso cuando le sacas de sus cuatro paredes, al entrañable recorrido de Miguel Gallardo por diversos países. El de Álvaro Ortiz se asemeja más bien al segundo, aunque con algunos matices. Ortiz ha ordenado y dado sentido a un montón de dibujos e ilustraciones realizados a lo largo de varios años, añadiéndoles textos de apoyo con pequeñas descripciones, reflexiones y recuerdos. Ha creado, efectivamente, algo nuevo y distinto a partir de un material que, en principio, era de uso totalmente privado.

A nivel gráfico, eso significa que nos encontramos con dibujos tomados al natural, sin ningún tipo de retoque posterior. El diario rezuma esa especie de proximidad generacional que transmite el autor zaragozano en sus obras de ficción y a la cual nos tiene acostumbrados cuando ejerce de narrador en las mismas. Hay pequeñas anécdotas personales, encuentros con amiguetes y una especie de guía de lugares y sitios recomendables en cada una de sus paradas. También abre la puerta a la trastienda de algunas de sus obras. Al final, el cómic le brinda a Álvaro la oportunidad de viajar por todo el mundo y, al mismo tiempo, algunos de sus viajes le han servido de inspiración para escribir y dibujar muchos de sus tebeos. El círculo está completo.

En el fondo, Viajes es un retrato bastante fiel de la época en la que vivimos. Unos tiempos en los que el low cost, las redes sociales y la diáspora de jóvenes profesionales acaban brindando la oportunidad de pasar un tiempo en países y ciudades que, probablemente, nuestros padres sólo podían soñar con visitar. Álvaro te cuenta con la misma ilusión y detalle un viaje a Pontevedra o a Kenia y eso, la verdad, es algo que solo hace alguien que ama genuinamente viajar.  En Viajes hay sitios chulos, amiguetes, música en directo y cervezas, todo ello regado de ese humor particular que destila el autor, tanto en sus obras de ficción como en su día a día en redes sociales. Sin embargo, este tomo no es tan sólo un producto destinado para el disfrute de los acérrimos alvariebers, que los hay. Tampoco una suerte de versión digievolucionada de tu Instagram o Facebook cuando te vas de vacaciones o de fin de semana aunque, leyéndolo, seguro que alguno pensará para sus adentros lo mucho que le gustaría saber dibujar.  Sin prácticamente pretenderlo ni darse cuenta (o sí, vete a saber), Álvaro Ortiz ha parido una obra que es parte guía de viajes, parte making-of y parte crónica involuntaria de nuestro tiempo. Y, de paso, una oda a lo espontáneo, a la creación libre y al talento en bruto. Y aún le ha dado tiempo para tomarse una caña, ver una exposición e ir a un concerto. Y a dibujarlo todo, claro.

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