Resumen de 2015 en cómics

Con menos de un año desde que me animase a reactivar este blog comiquero y muchas cosas por mejorar, no se me ha pasado por la cabeza marcarme una lista de lo mejor del año. No es porque me haya unido a la corriente antilistas que se ha puesto de moda en estos tiempos, en los que ser antialgo parece ser la nueva manera de diferenciarse, sino porque creo, sinceramente, que aún no es el momento ni el lugar.  Que sería, en mi caso, empezar la casa por la ventana.

Sí que me voy a permitir recopilar algunas cosillas que me han llamado la atención a lo largo del año y, claro, algunos de los títulos que más me han llamado la atención. Lo que viene siendo un resumen de 2015 en cómics.

¿Más (y mejores) tebeos que nunca?

En el listado de novedades de diciembre de 2015, Astiberri lanzaba los nuevos trabajos de Paco Roca, David Rubín, Marcos Prior y Santiago García con Juaco Vizuete, además de Tante Wusi, de Katrin Bacher y Tyto Alba, y de alguna reedición. Fulgencio Pimentel editaba el primer e inédito Peepshow, reeditaba Consumido de Joe Matt y a Simon Hanselmann y Aitor Saraiba. Sin entrar a contar en euros, lo que resulta apabullante es el caudal de talento editado por tan solo dos editoriales en un solo mes. Si añadimos tan sólo una novedad de otra editorial, La Casa, el retorno de Daniel Torres publicado por Norma, tenemos un repóquer de novedades de primeros espadas españoles. ¿Cuándo fue la última vez que recuerdan algo así?

No se trata de algo anecdótico. Si es cierto que el volumen de títulos publicados es altísimo, no lo es menos que la proporción de títulos de calidad dentro de las novedades mensuales es también abrumadoramente alta. La lectura principal es que vivimos la que probablemente sea época más fructífera y apasionante que ha conocido la historieta en España. Hay, por supuesto, ramificaciones que conviene tener en cuenta. ¿Es este ritmo sostenible? Ese lector medio que el sector ha tenido como base durante años se ve desbordado para poder «estar al día» e incluso el bloguero o divulgador más voluntarioso tiene serios problemas para estar a todo. Le Fear of Missing Out, c’est moi.  El papel de las grandes superficies como punto de acceso al cómic para público no habitual es y será definitivo para averiguar si el tebeo se consolida como uno más dentro de una oferta cultural normalizada o acaba por irse por donde vino. En un escenario así, resulta importantísima también la manera de proceder de librerías especializadas y divulgadores. Se impone ser más didáctico que nunca y, aunque no se puede abandonar a los fieles, predicar para los conversos sencillamente ya no es suficiente. Bendito problema, dirán muchos.

 

De la novela al cómic, sin complejos

LosWrenchies

Los Wrenchies, de Farel Dalrymple, The Lonesome Go, de Tim Lane, Aquí, de Robert McGuire, El hombre sin talento, de Yoshiharu Tsuge,  o El árabe del futuro, de Sattouf. Todas estas obras formarían parte de un hipotético listado de lo mejor del año. Y han sido publicadas, por Sapristi, Gallo Nero o Salamandra Graphic. Editores de novela y/o ensayo que han aterrizado hace poco en el mundo del cómic, apostando fuerte y editando con criterio desde el primer día.

 

Autores más cerca que nunca

Me guío más por la impresión que por los datos contantes y sonantes, pero no me dirán que la sensación es que los autores están más cerca que nunca del lector. Simon Hanselmann, Bendik Kaltenborn, Robert McGuire o Benjamin Marra se han recorrido nuestro país firmando, hablando, presentando, abrazando.

Álvaro Ortiz y Juanjo Sáez han publicado durante este año Rituales y Hit Emocional, dos de las obras más especiales e intensas de 2015 y, con mucho, dos de las favoritas de quien esto escribe. Se han pateado la geografía española (en el caso de Sáez, también parte de México) para presentarlas. David Rubín en eso sigue siendo lo más parecido que tiene el cómic español a un a rockstar o a un Steranko, como prefieran. Dibuja mucho y muy bien (este año ha publicado  La caída de la casa West, La Ficción y Miguel EN Cervantes, El retablo de las maravillas, con Miguelanxo Prado) y se las apaña para meterse entre pecho y espalda maratonianas sesiones de firmas en salones y librerías de toda España. Y aún le sobra tiempo para animar las redes sociales a golpe de carisma y ser el terror de Torrelodones. Respect.

Son solo algunos nombres de los muchos que han dedicado su tiempo a una presentación, una charla, una mesa redonda o unas firmas, no necesariamente dentro de un salón. Un lujo.

 

Santiago García
¡García! (con Luis Bustos), Yuna (con Juaco Vizuete), El Portero (con Pablo Ríos), divulgación made in García con Cómics Sensacionales y el Premio Nacional de Cómic junto a Javier Olivares por Las Meninas. Hasta el infinito y más allá.

Benjamin Marra

20015 empezó siendo el año de Simon Hanselmann, un autor aparentemente surgido de la nada y convertido en cuestión de meses en imprescindible, y ha acabado siendo el año de Benjamin Marra. Con Sangre Americana, Marra ha seducido a muchos exagerando hasta el paroxismo los códigos de determinados cómics que ni leen ni les interesan, del cine de acción y pirotecnia de videoclub de los ochenta. Con El azote del terror: C.A.U., se los ha acabado de llevar al catre. Hay una fascinación casi inevitable en la manera en la que el autor dota de un discurso artístico a la acción más desaforada, el macarreo más extremo y el delirio pulp más bruto, un talento innegable a la hora de enganchar a los lectores con sobredosis de elementos que generalmente no toleran ni siquiera en pequeños sorbos. No hay duda que la fe ciega que ha demostrado la gente de Autsaider Comics por el autor, unida a un excelente trabajo de edición (¿cómo no querer a esta gente? Imposible), han sido factores claves en el éxito del recibimiento de Marra en España. La pregunta para 2016 es saber si, una vez superado el vendaval inicial, se mantendrá el interés por la manera de entender el cómic que plantea a través de sus Traditional Comics.

El lujo está para quedarse

Echar un vistazo al listado de novedades mensuales es constatar que cada vez se cuidan más las ediciones, pero también que cada vez resulta más difícil volver a casa con un cómic que cueste menos de 20 euros. El trade paperback no es necesariamente el estándar y se multiplican los formatos de lujo. El Marvel Limited Edition, que arrancaba a principios de año con Los Eternos de Jack Kirby siguen presentes, pese a que lejos queda el locurón generado por esa primera entrega y es relativamente fácil hacerse -si se dispone de dinero para gastar- con la mayoría de lo publicado. Le acompañan en las estanterías tomos gordos y lustrosos recopilando, reeditando y ampliando casi todo lo imaginable. Quizás el momento de lo «Absolute» haya remitido, pero la legitimación del medio dentro del sector cultural a través del formato es todo un hecho. Eso y que, indudablemente, hay un buen puñado de editores empeñadísimos en publicar joyas de papel y cartón que da gloria admirar.

Star Wars vs Secret Wars

Han sido los dos grandes acontecimientos del año, los que han mantenido el tirón de la grapa en los lugares más insospechados. Marvel ha sabido dar el campanazo recuperando la saga de George Lucas en el momento más adecuado y ha vuelto, al menos en EE.UU a vender números uno de comic books como hace años. Con Secret Wars ha buscado reordenar por enésima ocasión su universo superheróico a través de un aluvión de guiños al pasado. Ha conseguido hacer mucho ruido y, me temo, polarizar definitivamente al lector de cómic. El que que ha entrado en este circo de series nuevas con nombres de sagas antiguas posiblemente esté a tope y emocionado. Por el camino, sin duda se ha quedado gente que ha crecido leyendo tebeos de Marvel pero que no tiene ni tiempo ni ganas de adentrarse en una maraña tan enrevesada que ha precisado de una guía de lectura, que está un poco cansada de los cambios de numeración, orientación, equipos creativos, del totum revolutum cada ciertos meses. Esos (entre los que me encuentro), se conformarán con disfrutar de los «unicornios», esas series tipo Daredevil, Ojo de Halcón, Caballero Luna o Estela Plateada que, durante un puñado de números, permiten disfrutar de otra manera de entender a los superhéroes.

¿Un nuevo mainstream?

Black Science

Lentos pero seguros, en Image han ido comiéndole terreno a las dos grandes editoriales norteamericanas ofreciendo a los autores un espacio donde desarrollar historias sobre las que mantienen una mayor capacidad de decisión. Curiosamente, eso ha redundado en un puñado de títulos que hablan de tú a tú a cabeceras con muchas décadas de vida. Remender, Brubaker, Rucka, Ellis, Kirkman, Scalera, Epting, Phillips… títulos como Ciencia Oscura, Clase Mortal, Lazarus, Low, Velvet, Fatale e incluso Muerdeuñas, y otras por venir como Injection o Trees. Series que se sumergen en los géneros y los exprimen. Tebeos que harían las delicias de una generación Toutain que ya está a otras cosas. Cómics que funcionan como series de televisión casi siempre para lo bueno. Espectáculo, intriga, emoción, adrenalina, misterio, fantasía, amor, pasión, terror, aventura. La vida.

 

Easy Riders

Murcia
Los Bravú, José Ja Ja Ja, Magius, José Tomás o Víctor Puchalski. Autores que viven a su manera. Gente que tiene muy claro lo que quiere y lo que hace y que no entiende de peajes ni servidumbre. Talento, carisma, libertad. Lean La Furia, Murcia o Kann y luego me cuentan.

Cosas de pijamas

Capitana Marvel

A estas alturas de la década ya podemos darlo por hecho: no hay nada sagrado en Marvel y DC. Hemos visto a John Romita Jr. Dibujando Superman (al menos durante un puñado de números, yo diría que es el). También hemos visto a gafapastas (¿se sigue utilizando esto?) comprando tebeos de grapa otra vez para poder opinar sobre el Multiverso de Grant Morrison. Vivir para ver. En el cómic de superhéroes, ese que sigue siendo el más criticado por quienes menos lo leen, se amplía la brecha de un género cada vez más hermético. Por una parte, están aquellos que se ven capaces de seguir y tolerar macrosagas, reboots y crossovers y, por otra, quienes se refugian en algún que otro proyecto ajeno a tanta locura o en las reediciones en formato lujo de clásicos de toda la vida o rarezas inéditas. Ya nada es sagrado. Al cine le dan lo mismo los Cuatro Fantásticos, los X-Men, los Inhumanos o los Guardianes de la Galaxia, y a las editoriales está empezando a pasarles lo mismo.

No es que sea cada vez más utópico volver a vivir algo equivalente a la etapa de Chris Claremont en X-Men (dejando de lado una puesta en valor contemporánea de ese material). Es que, tal y como está el patio, es complicado que se repita algo como los X-Men de Grant Morrison.

Mientras tanto, el año nos deja grandes momentos vestidos con coloridos uniformes justicieros. El Caballero Luna de Ellis y Shalvey, Hulka de Soule y Pulido, Ojo de Halcón de Martín, Daredevil de Waid y Samnee, Javi Rodríguez con el Duende, Kelly Sue DeConnick y David López con la Capitana Marvel, Allred con Estela Plateada, el Batman de Snyder y Capullo, Batgirl, el Legado de Júpiter de Morrison y Quitely o Quantum y Woody. Va a ser que este muerto está muy vivo.

Whole lotta manga

La formidable invasión mongola

Este año, en el cual nos ha dejado el gran Shigeru Mizuki, ha sido estupendo para la gente que lee manga que no leen los lectores de manga. Esos mangas «raritos», que no son shojos ni seinens ni dan para hacer cosplay con ellos, han conseguido hacerse fuertes. Ahí tenemos a Shintaro Kago, a Inio Asano, a Junji Ito o la maravillosa El hombre sin talento, de Yoshiharu Tsugue. Rollo clásico como Historia de una geisha, de Kazuo Kamimura o Relatos de Sabu e Ichi, Pies descalzos y hasta magnas gastronómicos o la gente de Milky Way con joyitas como Undercurrent. Con la obra de Osamu Tezuka pasa como con la de Jack Kirby: es tan inmensa que resulta casi imposible hacerse con la biblioteca perfecta. Sin embargo, la publicación de Devorar la tierra y Oda a Kirihito, la cosa está algo más cerca.

Lo que dicte el corazón

chapuzasdeamor
Ha sido este un años de obras que le alcanzan a uno las entretelas. Ahí están la desarmante Chapuzas de amor, con un Jaime Hernández en estado de gracia. Un tebeo maravilloso sobre el amor y el paso de la vida. Emocionante también ha sido ver cómo por fin Andrea Pazienza llegaba a nuestro país por todo lo alto, con esa cucada llamada Zanardi, o como el señor Fulgencio le daba todo su amor a Julie Doucet con otra de esas ediciones de las de enseñar en escuelas de diseño. Ha sido bellísimo disfrutar de Max con su Oh, diabólica ficción o conmoverse con la amargura de lo cotidiano de El mundo a tus pies, de Nadar o  Ladronzuela de Michael Cho.

No se vayan todavía, aún hay más
Estamos aún con la resaca de 2015 (seguro que me he dejado algo en el tintero, espero que sepáis perdonarme) y, al mismo tiempo, toca atarse los machos para lo que viene. Lo nuevo de Clowes y de Tomine. David Rubín y Marcos Prior ajustándole las cuentas al establishment. La vuelta de Bella Muerte, de Kelly Sue Deconnick y Emma Ríos. Va a ser un año emocionante, no lo duden. Para este blog, lo de estos meses ha sido un calentamiento (intensito, pero calentamiento) y ahora toca salir a jugar. Espero que os quedéis a ver el partido.

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