Reseña de Inspector Kurokôchi, de Takashi Nagasaki y Kôji Kôno

Inspector Kurokôchi viene precedido por una impecable reputación de ser una serie de cabecera, una acertada combinación de enrevesadas tramas, acción y un contrapunto de humor. Tanto es así que se llevó a ser nominado en la categoría de mejor cómic de serie negra durante la edición 2016 del Festival de Cómic de Angouleme.

La serie recae en un personaje estrella muy fiel a la tradición occidental del policía o investigador privado de vuelta de todo y con muchas zonas grises en cuanto a ética y motivaciones. La mente afiladamente analítica, el comportamiento heterodoxo y la personalidad algo chanante del Inspector Kurorokôchi le convierten en uno de esos personajes especiales de los que es fácil «enamorarse».

Kurokôchi, aparentemente corrupto y falto de escrúpulos, tiene como contrapunto perfecto al joven Seike, un oficial inexperto e idealista que se verá obligado a colaborar con alguien cuyos métodos desaprueba profundamente, por efectivos que resulten.

Inspector Kurokôchi está caracterizada por un ritmo endiablado y consta, en el momento que escribo esto, de un total de 14 volúmenes en Japón. En estos primeros tomos aparecidos en España, se puede adivinar una trama que va creciendo y complicándose página a página. Lo que en un principio parece una concatenación de historias de investigación criminal va avanzando hacia una compleja realidad en la que están implicados políticos y hombres de negocios corruptos.

El guionista Takashi Nagasaki consigue mantener esa tensión de lo imprevisible, del peligro a la vuelta de la esquina, que se espera de una serie de este género que se precie. Nagasaki trabaja muy bien los giros y y la sorpresa, apoyándose de manera inteligente en un personaje protagonista altamente imprevisible.

Además, realiza una labor de ambientación, descripción y contextualización terriblemente minuciosa pero sorprendementemente llevadera, que aporta mucho sin ralentizar la acción. Una serie de rasgos que no sorprenden de quien ha sido habitual compañía en materia de guión de Naoki Urasawa en obras como Pluto, Billy Bat o Master Keaton.

El dibujante Kôji Kôno no es, precisamente, Naoki Urasawa. El mangaka, que cuenta en Japón con una trayectoria de más de una década, durante la cual ha demostrado su querencia por las obras de temática deportiva.

En Francia, Doki Doki publicó Gewalt, un seinen de tres volúmenes, pero en nuestro país, Inspector Kurokôchi es nuestra primera exposición al autor. Kôno se caracteriza por un estilo funcional y cumplidor pero, desde luego, muy poco vistoso. Sin tener nada malo per se, lo cierto es que su trazo resulta demasiado estándar e impersonal, echándose de menos un poquito más de impronta.

Inspector Kurokôchi brilla al retara de manera ficticia pero extremadamente detallada las cloacas del poder en Japón. Es, desde luego, una obra de género bien trabajada y, además, una lectura dinámica y extremadamente amena.