Reseña de La Bruja Escarlata. La senda de las brujas

La bruja escarlata es el penúltimo advenimiento de una serie Marvel que no es Marvel pero acaba siendo muy Marvel. Ajena al febril ajetreo de megaeventos en el que la editorial lleva inmersa desde no se sabe cuando, la serie busca parámetros similares al Ojo de Halcón de Fraction y Aja. No en vano, el guionista James Robinson confiesa haber tomado esa magistral etapa de las aventuras del arquero vengador como referente.
En este 100% Marvel La bruja Escarlata, Robinson, un autor que realmente nunca ha llegado a acercarse al nivel de sus obras más inspiradas como Starman o La Edad de Oro, sí que muestra que sigue teniendo el fuego.

Lo primero, y principal, sabe dotar de una voz propia a Wanda Maximoff a lo largo de este puñado de números. De la mano de Robinson, la Bruja Escarlata logra una tridimensionalidad poco habitual en el personaje, habitualmente enclaustrada en su condición de ente superpoderoso incontrolable y fatídico. Vemos, en este tomo, a una mujer segura de si misma, que convive con su tortuoso pasado y dotada de un sentido del humor particularmente ácido. Un refrescante lavado de cara que se extiende, en lo que se refiere a construcción de diálogos, también a personajes secundarios como Agatha Harkness o villanos como el Hechichero Esmeralda.

Los seis números que conforman este volumen suponen un recorrido por diversos escenarios sobrenaturales de Europa. Wanda, convertida en una especie de investigadora paranormal, aprovecha para ir atando cabos personales mientras se enfrenta a amenazas místicas de todo tipo. Robinson toma prestado un cierto modus operandi de Hellboy o AIDP como recurso para alejar al personaje del ajetreado día a día del Universo Marvel. La fórmula, sin ser original, sí está ejecutada de manera inspirada, ofreciendo un entretenimiento fluido y bien desarrollado.

En el apartado gráfico, llama la atención un cierto baile de dibujantes que acaba por enriquecer el resultado final de un volumen que recorre países como Grecia e Irlanda, así como planos extradimensionales. El primer episodio corre a cargo de Vanesa del Rey, una artista de origen cubano fogueada en diversas miniseries de Boom Studios junto a guionistas como Cullen Bunn. Su estilo brumoso y suelto está muy alejado de lo que acostumbra a poblar las páginas de las grapas marvelianas lo cual, vista la intención de esta serie, resulta todo un acierto. La dibujante combina ciertos rasgos que pueden recordar por momentos a Paul Pope y Kevin Nowlan. Su lápiz, sin embargo, tiene personalidad propia y consigue transmitir esa cualidad sobrenatural que requiere un tebeo en el que la magia es la protagonista. Marco Rudy se encarga del segundo episodio. Su estilo, muy a lo Sienkiewicz, se ajusta como un guante a la historia del minotauro. Las siguientes dos entregas corren a cargo del fallecido Steve Dillon y de Chris Visions, que se reparten las página de la historia del mago esmeralda que se reparte en dos planos de realidad distintos. El último capítulo corre a cargo del español Javier Pulido. Una vez más, Pulido da to da una lección de arte secuencial con una historia que transcurre en su mayor parte sin ningún tipo de diálogo, por lo que recae sobre el artista canario toda la responsabilidad del desarrollo narrativo de gran parte de las páginas del cómic. Más allá del estilo con sabor a clásico moderno a que nos tiene acostumbrados el dibujante, el trabajo de planificación y composición de páginas es sencillamente magistral. Mención aparte para las portadas de David Aja para la serie. Se queda uno sin palabras.

En conjunto, el elenco de artistas presentes en este La senda de las brujas recuerda casi más a una serie del sello Vertigo que a una colección que conviva con Civil War II, Secret Wars o cualquier otro megaevento. Robinson demuestra tener un puñado de buenas ideas y ganas de desarrollarlas. Sin contar ningún hallazgo excepcional, sí se puede decir sin lugar a dudas que la Bruja Escarlata es una lectura estimulante, escrita con solvencia e interés y mimada en lo gráfico con un puñado de estupendos dibujantes. Cuando escribo esto, en EE.UU, la serie va por su número 15

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