Al habla con Víctor Puchalski sobre Enter the Kann

Hace un par de meses publicaba en FHM una entrevista con Víctor Puchalski a cuenta de la publicación de su Enter the Kann, uno de las obras más estimulantes, viscerales y salvajes de 2016. Por motivos de espacio se quedó mucho material fuera, así que me ha parecido interesante publicar aquí y ahora la entrevista al completo.

Kann es un personaje difícil de clasificar, ¿cuál era tu visión?
Kann se mueve en un contexto jodido que ya de por si es difícil de clasificar. Es un maestro de un estilo de Kung Fu fantasioso, dark, chorras y a la vez hiperviolento. Cuesta mucho saber si Kann es un héroe, un antihéroe o un villano; y ahí está la movida que tiene como personaje.
Tenía claro, cuando lo dibujé por primera vez, lo que andaba buscando; un tipo que visualmente tuviese toda la pinta de un maloso de dibujos animados, que aquello fuese el absurdo total porqué me funcionaba muy bien a nivel simbólico el separarme lo máximo posible de un protagonista más estandarizado. No podríamos empatizar con él, ni por el aspecto (que podría molar mil), ni por lo que hace (que podría divertirnos mil), pero si en el eje de lo que le mueve. Es un tipo que está hasta lo huevos, que se echa la manta al cuello y se pone en modo FUCK THE WORLD y que os peten. Solo hay que ver el primer texto del libro; esto no es un principio, es un final. Esa era mi visión con Kann. Asistir al cierre, al cambio de vida, al giro de 180º que da un tipo que es algo así como la mayor máquina de matar sobre la tierra. Dar pie a nuevos principios, tener un personaje con el que jugar cómo y cuando quiera, con mogollón de posibilidades en mogollón de direcciones distintas.
Kann, como todo, como cada pieza, es un mensaje en sí mismo, y al mismo tiempo es un catalizador, pero nos quedamos aquí y así no hacemos spoiler, ni condicionamos.

Misticismo japonés, lo sobrenatural, chulería, hostias como panes, sexo… ¿cuáles son los referentes que manejas para esta epopeya de la desmesura?
Bueno, en cuanto a cómo tratar el contenido, como vertebrar la historia, la música a tenido una influencia que te cagas. Me gusta plantearme el tochazo como si fuese un disco, con esa división de capítulos. Hay una historia común pero por ejemplo, pasé absolutamente de contar que sucedía entre esos capítulos. Kann acaba al final de un enfrentamiento atravesando un portal intedimensional y al siguiente capítulo ya anda corriendo por unas montañas de Siberia.
Para mí, armarlo todo, es un deber, una esclavitud. El amo es el mensaje. A ese hay que rendirle cuentas y a partir de eso intento estar cómodo, jugar bien, tener la cabeza fría y las tripas calientes, intentar pasarlo bien y pasarlo bien pasándolo mal. Ahí vienen el segundo “bloque tocho” de referentes; lo visual.
Utilizo lo que creo que mejor funciona para conducir todo esto y en este caso han sido estéticas y piezas de una cultura que ya es universal. No solo tiro de muñecos, ochenterismos, redigestión del mainstream noventero tebeil, manga, conceptual, colores acid, etc, etc. porqué me mole, sino porqué creo que es lo que le toca, es mi herramienta para esto. Heavy Metal, pues con guitarra, pero puestos a fusionarlo con un rap, ¿por qué no hacer la base del mismo con una armónica o un cajón flamenco, seco, duro, TAM!? Me es difícil siempre hablar de mis referentes, pero más o menos ese viene a ser el proceso, está ahí fuera, aquí dentro; y lo pillo porque es lo que le iba al pelo al asunto.

 

La portada es, literalmente, un puñetazo en la mandíbula del lector, cuéntame cómo surgió el tema y cómo habéis conseguido que funcione
La portada es ideaca de Ata Lassalle. El proceso en realidad fue muy guay, porqué en cuanto Ata, desde Autsaider Cómics, me propuso el tema animación yo me puse a hacer lo que me mola, pegarme el invento. Empezar a ver que funcionaba ahí. Y mira, justo enlaza con lo anterior. ¿Qué busco? ¿Qué le va? ¿Qué quiero y qué parte de todo lo que es Enter the Kann quiero que destaque aquí? Fácil; Youtube y unas cuantas horas de videos de intros de dibujos de los 80’s y 90’s, mucho visionado de pantallas de inicio de videojuegos que me gustasen y fuesen en sintonía con lo que estábamos haciendo y sobre todo mucho cruce de mails.
La magia oscura que se utiliza para hacer esto… ni idea, jajajaja. Tampoco es que sea muy complicado el sistema, investigué, pero al final me quedé en lo mío, en lo que me tocaba exprimirme el melón; buscar el concepto y currarme los frames necesarios para que aquello fluyese todo lo mejor posible. Ata es una calculadora, un espadachín; él es quién se preocupó de que la locura no se quedase en intento y que aquello funcionase.
¿Cómo se consigue mezclar macarreo, filosofía oriental y acción de videoclub y que al final el resultado sea todo un ejercicio artístico de narices?
Vuelvo un poco a lo de antes; el mensaje, lo que quiero contar, lo que trasciende a la imagen, a lo visual y al cómo se cuenta; eso es lo suficientemente fuerte como para actuar como vertebrador de todo. También me guía a la hora de concebir un capítulo; su forma, su fondo, su figura. Al final esto es ritmo, es un baile, una relación, un tira y afloja, una asfixia y un deja respirar.
El macarreo, la filosofía, el ver ahí dibujados los sentimientos del personaje, los ticks casposos del cine de acción… si es que lo tenemos todo ahí fuera. Puede ser un tebeo muy raro por momentos, quizás difícil, arriesgado, pero es que yo tampoco tengo la sensación de haber estado “hablando en marciano”. No es una vacilada, no hay una intención de llegar a que ese ejercicio artístico sea el “BOOM” de la cosa (aunque claro, suma); simplemente eran las herramientas que utilizar; las que a mí me gustan, las que yo creía oportuno utilizar, que encajaban. Ves que fluye, que encaja. Vas pintando hasta conseguir un TODO que sea el que quieres.

Conforme avanza Enter the Kann hay todo un trip gráfico que va de lo puramente abstracto a lo fundamental del tebeo de acción de toda la vida, pasando por lo retro y secuencias de gustarse… ¿qué perseguías con estas mutaciones?
Intencionalidad. Vuelvo sobre lo de asfixiar y dejar respirar. Lo visual, lo estético, no deja de ser una de las herramientas. A nivel personal, cuando estaba pariendo la cosa, también quería sentirme cómodo, complicarme la vida, pasarlo mal, encontrar el mejor lenguaje posible. Hay dos conversaciones, la del TODO y la del capítulo que estás leyendo. Esa mutación, ese cambio de dibujo, pese a que el cambio pueda ser radical ayuda a no perderse, actúa como “traductor” en cierta manera, es el mejor comunicador; PUM, cambio de rollo, nos metemos en algo nuevo, seguimos dentro de la misma historia, el nexo es el mismo, la columna es la misma, pero el enfoque, el contexto, cambia. Parece y se percibe como algo loco, pero creo que ayuda cuando lo estás leyendo a saber que ya no sigues en la misma habitación, pero te mantiene dentro de la misma conversación. Es un diálogo, puede haber una base, un tema, pero se ramifica, y eso… muta. Tiene que mutar, o vaya, para mí era importante someterlo a esas mutaciones y volantazos.
Me gusta ver cómo está funcionando, la verdad, porque la peña no se pierde, lo pilla, y sobre todo se divierte, y eso estaba en la lista de intenciones.


¿Es lo estético lo fundamental en Enter the Kann?
Es parte fundamental, sobre todo porque forma parte del lenguaje, es el catalizador de un mensaje, pero eso no lo convierte en “LO FUNDAMENTAL”. Hay para rascar en Enter the Kann. Lo estético está ahí y es bien importante. Se puede disfrutar por si solo y ayuda como herramienta que se cagas. Es que son armas, tío. Aquí no se puede separar; no sería KANN.
En Kann hay un contaste entre un planteamiento de mística muy loca desarrollada con un lenguaje de la calle. Tú eres un tipo muy de barrio, de raíces. ¿Te encuentras cómodo conjugando esas dos facetas?
Mucho. Además es que desde mi punto de vista lo veo tan compatible. El lenguaje, al igual que otros puntos o ticks en Enter the Kann es otra herramienta más que en este caso me sirve mogollón para «anclar» a quien lo lee. Para mí no son elementos que se jodan el uno al otro; piensa en Hora de Aventuras, en su lenguaje, en su forma de ser, y luego eso lo planteas dentro del mundo en el que están… esa es la clave. Das un contexto mágico, fantasioso en el que metes lo que estás contando, y luego el lenguaje está al nivel de como hablas con tu hermano, con tu prima, con la de correos o con el repartidor que lleva cargado de fantas al bar. Encaja. Es estrafalario visto así, pero es cercano, es humano; es tu sentido del oído, del día a día, traducido a un papel y a unas letras que «salen» de las bocas de los personajes. No sé, creo que funciona.


Hay un tratamiento de la acción y del sexo muy visceral, muy de testosterona. ¿Te da miedo meterte en algún jaleo por «políticamente incorrecto»?
No. Para nada. No me suena haber firmado ningún tipo de compromiso o contrato que me ligue o me obligue a tener una responsabilidad con quien lea y vea lo que dibujo. Cuentos las cosas y las dibujo, como quiero, como creo que hace falta y se adapta para la historia que estoy contado, como me da la gana. No puedo tener miedo por la reacción (futura; posiblemente mala o no) que pueda tener alguien al ver lo que dibujo. Más que nada porque el problema lo tendrá esa persona, no yo. Esto no es real, pero OJO, tampoco es mentira. Yo hago ficción, no cuento mentiras.

¿Tenías a un ayudante que dibujase las venas?
JAJAJAJA, todas yo. 100% Puchalski en cantidades Autsaider Cómics.

¿Qué va a ser lo próximo? ¿Power folklóricas? ¿Bandoleros mutantes? ¿Bakalas postapocalípticos?                                                      Pues bandoleros mutantes y algo tipo bakalas postapocalípticos habrán, no es coña, jajaja.
Lo próximo, por si la gente quiere empezar a montarse la peli chachi, será mi rollo al 200%. Historias que hablan sobre temas muy humanos, muy del día a día, de nuestro presente y de lo que yo creo que pueden ser los futuros que nos esperan, pero con todas las marcas de la casa como «traductor», como catalizador de eso, de esas preguntas y respuestas que me monto con estos temas.
Oficinistas, un chico con síndrome de Down, druidas de fantasía heroica, bandas de motoristas salvajes en un mundo de espada y brujería con rayos láser, juicios intergalácticos al último hombre libre por no ser partidario de la violencia, etc, etc… Una influencia de la leche del Star Trek original, vaya; y de 3000 cosas más.
Se llamará «»DIÁLOGO: Vol. 1 EL ESTIGMA DE LA VICTORIA»», y la herramienta fundamental aquí para vertebrarlo todo de forma guay y volcarlo ha sido la definición y acepciones, «lugares» y reflexiones, a los que me ha llevado la palabra COMBATE.

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