Reseña de Lamia, de Rayco Pulido

Lamia, de Rayco Pulido

Nuestra actualidad superconectada nos permitió asomarnos a Lamia, la última obra de Rayco Pulido unos meses antes de su publicación. La expectación generada se ha visto recompensada con creces con un trabajo lleno de matices y grandes hallazgos.

Lamia nos traslada en el tiempo a la Barcelona de la posguerra en un relato con diversas capas primorosamente tejidas que acaban interconectándose sin que asome ni una sola costura. Sobresale, claro, el ejercicio de género negro en una España no menos negra, heredero de aquellos casos reales que ocupaban las portadas de El Caso, hábilmente apuntado por un título que juega al juego de palabras entre la criatura mitológica y el nombre de la protagonista. Sin embargo, no se puede pasar por alto cómo esta línea maestra viene acompañada de toda una serie de añadidos que contribuyen a crear, por una parte, una ambientación completísima e inmejorable y, por otra, una lectura apasionante a tantos niveles.

Rayco Pulido logra también realizar un descarnado retrato de la miseria moral reinante en la posguerra y, muy especialmente, el lamentable estado de esclava sumisión al que se veía sometida la mujer bajo el yugo del «glorioso movimiento nacional». La sofisticada elegancia del trazo del dibujante y la inclusión de elementos de tradición pulp -detectives, hipnosis, crimen, misterio- componen un poderoso retrato de una Barcelona que hoy resultará irreconocible para muchos.

Lamia es una historia vibrante que gira alrededor de una protagonista extremadamente carismática y compleja. Pulido sabe explotar la perturbadora empatía que despierta un personaje moralmente ambiguo que cuenta con el indiscutible encanto de lo excéntrico, y más en una época tan gris como la que retrata. En cierto modo, el autor utiliza a la protagonista como símbolo ejemplar de una sociedad vencida, sometida y humillada que, en este caso, logra dar rienda suelta a ríos de rabia contenida.

El autor canario consigue, mediante un dibujo que exprime a su favor las posibilidades del blanco y negro puro transmitir no sólo ambientes sino estados de ánimo. Lamia, con sus composiciones, encuadres y cadencias es todo un manual de narrativa secuencial al servicio de una trama llena de giros excelentemente ejecutados. Pero es que, además, triunfa a la hora de esculpir personajes, con el monumental trabajo realizado a la hora de esculpir a la protagonista como máximo exponente.

Pulido, además, consigue transmitir características fundamentales de los personajes que pueblan la obra de una manera sorprendentemente sintética, en algunos casos con un par de diálogos o un puñado de viñetas.

Lamia, prácticamente desde su arranque, deja bien claras sus credenciales de cómic sobresaliente que amplía admirablemente los márgenes de un género que parecía totalmente acotado. Rayco Pulido ha logrado una obra con aroma a clásico que aspira seriamente a ser el tebeo del año.

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