Reseña de Inyección, de Warren Ellis y Declan Shalvey

Inyección es el penúltimo proyecto del efervescente guionista británico Warren Ellis en llegar a nuestro país. Ellis alterna su tiempo en encargos para Marvel (recuerden su Caballero Luna), proyectos propios, casi siempre bajo el paraguas editorial de Image Comics y también casi siempre de ciencia ficción, un amasijo de novelas cortas, proyectos televisivos y una fascinante presencia en redes sociales (no se pierdan su newsletter semanal) , reflejo de su no menos fascinante personalidad.

Las obras «propias» del guionista pueden considerarse un género en si mismo. El británico, lector incansable y auténtica esponja de información, tendencias y culturas alternativas, convierte sus obras en una especie de ensayos en los que,a partir de una potente premisa argumental, pone en práctica sus teorías y devaneos sobre las posibilidades y el futuro del ser humano, la sociedad, la cultura, la tecnología y el planeta.

Ellis sabe imprimir a sus obras de un personalísimo toque. Sus cómics están siempre dotados de un halo inquietante, moderno e imprevisible. Sus personajes suelen ser calculadamente excéntricos, extrañamente carismáticos y afiladamente locuaces. Misfits geniales que, muy a menudo, habitan con comodidad en la ambigüedad moral.

Inyección cumple con todas esas características y, claro, está protagonizada por un grupo de esos personajes. En el primer volumen de la serie aprendemos cómo un heterogéneo de individuos excepcionales se proponen enfrentarse a su propia creación, una amalgama místico tecnológica cuyo propósito era evitar a un eventual futuro en el que la innovación humana se estanca. Una receta genial que, por supuesto, está abocada a la catástrofe en aras de un desarrollo dramático.

Inyección nos habla de una realidad de organizaciones clandestinas, departamentos gubernamentales secretas, misterios arcanos y amenazas sobrenaturales. Esa que tanto y tan bien ha trabajado JJ Abrams en series como Alias o Fringe y que nos muestra un conflicto subyacente al mundo «normal» en la que habita el común de los mortales.

Warren Ellis triunfa una vez más a la hora de fundir un montón de reconocibles referentes (del cine tipo Jason Bourne a HP Lovecraft) y convertirlo en algo moderno, cool y emocionante. Sin embargo, no conviene pasar por alto la imprescindible aportación del dibujante irlandes Declan Shalvey.

Shalvey, dibujante total, dotado no sólo de un estilo atractivo y de gran precisión, es uno de esos pocos dibujantes actuales demuestran un dominio natural del formato comic-book que solo va a más. No ha parado de crecer como artista desde que empezase a trabajar para el mercado norteamericano. Su Caballero Luna fue un auténtico despliegue de talento. Su elegancia a la hora de planificar el ritmo y su excelente diseño de página dieron alas a los guiones de un Warren Ellis que sabe demasiado bien lo que es ver que una obra no acabe de cuajar por ponerla en manos de un dibujante poco adecuado.

Alejado de la parafernalia superheróica, Declan Shalvey se muestra en Inyección más comedido. Guionista y dibujante, liberados de tener que lidiar con personajes y conceptos que no les pertenecen, se preocupan menos por el ejercicio de estilo, por ese afán de significarse que necesariamente asalta a los autores «diferentes» a los que se les encarga trabajar en un título Marvel o DC. De ese modo, ambos se entregan a una labor más directa pero también más intensa, de lo cual se beneficia, y mucho, la puesta en marcha de una historia mucho más exigente.

En el fondo, Inyección no deja de ser una puesta al día de una cierta tradición fantástica preservada en la cultura popular de las Islas Británicas desde hace décadas a la que sus autores añaden una melange de modernidad, exotismo y carisma. Una fórmula exenta de peligros que, en este caso, tiene como resultado una lectura apasionante.

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