Reseña de Lose, de Michael Deforge

Los estertores del siglo XX quedaron marcados por una generación de autores como Daniel Clowes, Adrian Tomine, Peter BaggeJoe Matt, Chester Brown, Seth o Chris Ware que, a través de editoriales como Drawn & Quarterly o Fantagraphics que, bajo el apelativo indie, vinieron a suponer a la historieta norteamericana algo muy parecido a lo ocurrido en la escena musical que compartió etiqueta y momento.

En la actualidad, esos autores gozan de un estatus más que consolidado, apoyado de manera importante por una comunidad lectora que, en su núcleo, sigue siendo la misma que descubrió a estos autores cuando eran veinteañeros. Estos tres primeros lustros del siglo XXI nos han permitido descubrir el trabajo de gran cantidad de autores de gran interés pero, aunque quizás haga falta algo más de tiempo para precisarlo, es difícil pensar en una cantidad tan amplia y diversa de talento único. Una de las excepciones, a todas luces, es el canadiense Michael Deforge.

Pudimos degustar brevemente a Deforge en Terry, la antología de Fulgencio Pimentel en la que el autor nos entregaba como tarjeta de visita una historia corta que servía como resumen casi perfecto de los temas que trata en Lose, la cabecera de caprichosa periodicidad que recoge materiales del autor y que llega ahora a nuestro país en forma de recopilación.

Lose es para Michael Deforge un sandbox en el que da vida a todo tipo de escenarios. Su especialidad es jugar a alienar su estilo kawai, salpicando de sangre, mugre y sordidez esos muñequitos de apariencia encantadora. Deforge comparte con Daniel Clowes la habilidad de convertir lo cotidiano en inquietante y con Charles Burns una imaginación tan fértil como retorcida para fabular entornos viciados. De Burns y de David Cronemberg ha heredado esa fascinación por vísceras, fluidos, virus y transformaciones grotescas.

El canadiense logra generar ambientes enrarecidos de manera magistral con tan sólo un par de elementos. El paseo por el bosque de «Es chip», la inocente cita de «Alguien que conozco» o la vuelta de tuerca al género high school de «Vivir al aire libre» son buenos ejemplos. También disfruta tejiendo marañas distópicas de elaborada coherencia y desatado surrealismo, con mención especial para «Perro 2070» pero, especialmente, para la desatada «Monarquía Canadiense».

El imaginario creativo de Michael Deforge, lleno de obsesiones, sexo raro y relaciones freaks es algo verdaderamente único e inconfundible, fruto de una persona (solo hace falta asomarse a sus cuentas de Instagram o Twitter) como mínimo emocional. En una época de exhibicionismo virtual y sobreexplotación del yo, en el cual abundan ejemplos tanto de individuos que no hacen nada pero consiguen empaquetar ese vacío con un vistoso envoltorio y llenar sus timelines como de autores apasionantes de leer pero poco estimulantes como icono, Deforge es el mirlo blanco que demuestra que hay otras maneras. Su excentricidad y maneras de espíritu libre eran, al principio, una refrescante novedad. Este Lose es una clara demostración de que estamos ante un autor capaz de dejar huella.

Sé el primero en comentar

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*