Reseña de Ciencia Oscura 2. Sé bienvenido, ningún lugar

Cuando os hablé del primer tomo de Ciencia Oscura hace unos meses ya lo apuntaba y, ahora que llega el segundo, lo reitero: Rick Remender ha buscado, y me vais a permitir la incongruencia, mirar hacia el pasado para escribir sobre el futuro. Esta saga que, recordemos, narra las aventuras de un grupo de científicos atrapados en una sucesión aparentemente incontrolable de saltos dimensionales, recopila toda una serie de referentes del género establecidos y planteados durante décadas pasadas.

Ahí está la fascinación por los alienígenas vistosos, las civilizaciones ignotas y coloristas y esa mezcla entre espada y brujería y espacio que tanto puede recordar al John Carter de Edgar Rice Burroughs como a la space opera de todo tipo de los años 50 y 60. También hay algo de esa ciencia ficción un tanto fría y decididamente pesimista que predominó durante gran parte de los años 70. Remender sabe conjugar todos estos retales de género y someterlos a una serie cuya constante a lo largo de los dos volúmenes publicados en España es un ritmo trepidante.

Este frenesí, sin embargo, no impide que el guionista vaya esbozando la personalidad y motivaciones de los distintos personajes. En esta entrega, en particular, le llega el turno a los hijos del líder de la expedición, Grant McKay, y a Kadir, uno de los personajes más ambiguos del reparto de la serie. En este Sé bienvenido, ningún lugar hay aventura y emoción y, además, se vislumbra que el accidente que llevó al grupo de aventureros a lanzarse a una alocada carrera interdimensional por la supervivencia quizás forme parte de un algo más grande en el que confluyen muchos intereses. Y ahí lo dejo porque a)no quiero soltar spoiler. b) porque considero que especular sobre las posibilidades de una serie forma parte de la experiencia de lectura.

El dibujo de Matteo Scalera sigue siendo un motor fundamental de la serie. Vaya por delante que sí, el italiano se acomoda en un formato un tanto repetitivo en el que combina páginas con un esquema de viñetas no excesivamente arriesgadas con una splash de doble página cada cierto tiempo. Personalmente, considero esta decisión como algo perfectamente válido, y más teniendo en cuenta el derroche de ganas y energía que pone el dibujante em cada viñeta. Ya hablé en la anterior reseña de la espectacular labor de Scalera en lo referente al «diseño de producción» de la serie. Si crear un universo de ficción es un trabajo titánico, hacer lo propio en una serie que salta de uno a otro cada puñado de episodios con la maestría del dibujante es para quitarse el sombrero. Scalera, además, sigue demostrando una gran habilidad para trasladar al papel el endiablado dinamismo de los guiones de Remender, de transmitir emoción en cada una de sus páginas.

Ciencia Oscura sigue siendo una estupenda serie de ciencia-ficción y aventuras, con pinta de tener cuerda para rato.

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