Reseña de Clase Letal, Una juventud Reagan de Rick Remender y Wes Craig

Con la publicación de Clase Letal, tenemos dos de las tres series regulares que Rick Remender escribe  en la actualidad. Si en Ciencia Oscura el guionista realiza un homenaje consciente a un cierto tipo de ciencia-ficción, en Clase Letal el guionista estadounidense se adentra en terrenos más personales.
Esta nueva serie, Remender recupera algunos elementos de su propia adolescencia durante los años ochenta.El relato popular norteamericano sobre la vida del instituto, con su organización cuasitribal y la crueldad hacia el diferente o el inadaptado  es algo que el público occidental lleva asimilando casi como propio desde hace décadas.
Remender añade a la receta un ingrediente de ficción convirtiendo el instituto en el que se desarrolla la serie en un Hogwharts para asesinos. Este giro, con sus componentes próximos a referentes tan dispares como Escuela de jóvenes asesinos o Volcano High School es, esencialmente, una herramienta de hiperbolización.
Al fin y al cabo, Rick Remender traza la clásica historia de los problemas de adaptación del chaval que llega a un nuevo instituto añadiéndole una buena dosis de esteroides. En vez de un protagonista de clase familia media estadounidense, tenemos a un joven nicaragüense que se busca la vida en las calles tras haber quedado huérfano de manera trágica. El instituto de la típica ciudad pequeña se transforma en una academia en la que los alumnos, hijos de mafiosos, élites delictivas o asesinos en serie, aprenden a ser asesinos profesionales. El autor combina inteligentemente la inverosimilitud del planteamiento con referentes de la cultura popular de la época. Reagan, la Contra, Run DMC o los Smiths.

Más allá de estas consideraciones, este ejercicio de nostalgia e hibridación carecería de la fuerza que atesora de no ser por el extraordinario trabajo gráfico de Wes Craig, un dibujante que atesora lo mejor de otros artistas como Steve Rude o Kevin Nowlan. Tras foguearse en series como T.H.U.N.D.E.R. Agents o los Guardianes de la Galaxia, pasa de promesa en ciernes a realidad impepinable con su trabajo en esta serie.  Nos encontramos ante un artista con un auténtico don para estructurar páginas. Su capacidad para distribuir acción y movimiento, su diseño de secuencias y su comprensión de los mecanismos narrativos de la historieta le sitúan una cabeza por delante de la mayoría de dibujantes que trabajan actualmente en EE.UU, en ese selecto pelotón que forman David Aja, Marcos Martín, Javier Pulido, Declan Shalvey o Ian Bertram. En este primer volumen de Clase Letal hay un buen puñado de páginas que se deberían de tener muy en cuenta en las escuelas de dibujo. Sería injusto no destacar también el color de Lee Loughridge, que acierta de pleno al elegir una paleta de tonos muy «ochentas». Como bien apunta David Lapham en el prólogo, el tratamiento del color huye conscientemente de una sobreproducción y aboga por acercarse al trabajo de gente como la clásica Glynis Oliver o Klaus Janson.

Remender se consolida con Clase Letal en ese triunvirato compuesto por Ed Brubaker, Matt Fraction y él mismo. Autores implicados en proyectos propios que buscan dar nueva vida a géneros clásicos (espías, ciencia ficción, noir, high school…) con una sensibilidad indie pero sin ocultar una voluntad abiertamente mainstream. Escritores consistentes y de talento que, lejos de la trascendencia y grandeur que rodea a Alan Moore o Grant Morrison, eligen el camino del currante y abrazan el entretenimiento y los mecanismos de la cultura popular norteamericana como señas válidas. Junto con Craig y Loughridge, el guionista configura un equipo bien compenetrado, y eso se nota en una serie que arranca de manera inmejorable.

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