Superman: Legado, de Waid y Yu

Creo que lo he comentado alguna vez por aquí: nunca me ha interesado especialmente Superman como personaje. Más allá de cosas aisladas aquí y allá, la continuidad de sus series regulares y tal me han dado más bien igual. Supongo que, como todo buen friki patrio, he tenido una formación pijamera marveliana y, claro, eso acaba por marcar. Dejando de lado este apunte de corte biográfico-intimista –lo siento, chatos, para esto están los blogs, hasta los de cómics- paso a adentrarme en la parte propiamente valorativa del tebeo que nos ocupa, Superman: Legado. Cómo presentarle en tres pinceladas a un chaval de quince años (o de veinte…) sesenta años y cerca de dos mil números de continuidad de un personaje es algo que tiene su mérito si lo haces bien y, en todo caso, se antoja como necesario si quieres que tu franquicia (lo que antes llamábamos “personaje”) siga teniendo vida a medio-largo plazo más allá de vender camisetas con una S roja y tebeos a cuatro jubilados nostálgicos. Por eso aplaudo iniciativas que permiten acercar con un baño de modernidad cómo empezó todo el asunto para alguien que no tiene ni puñetera necesidad de acordarse de qué ha sido del ominoso villano que apareció por primera vez en el número 227 de Action Comics ni qué color de kriptonita hace que Kal-El hable con acento de Cádiz. Pues bien, eso, más o menos, es lo que pretende Superman: Legado. Amparado en un hipotético público que se ha acercado al Hombre de Acero a través de la película más reciente (pobrecitos), de la serie de televisión o, por qué no, en aquel que gusta de que le vendan la misma moto con distinta carrocería cada cierto tiempo, se le encarga a Mark Waid una reformulación más actual y molona del origen y primeros pasitos de Superman.

Mark Waid es uno de esos guionistas de rollo nostálgico a los que, en un primer momento se subió a un pedestal no se sabe muy bien por qué y, en la actualidad, se aprovecha cualquier ocasión para pegarle una colleja y llamarle friki. Lo cierto es que ni antes era para tanto, ni ahora es tan malo.
En Superman: Legado, Waid le intenta dar un toque de credibilidad y fundamento a todo el asunto de cómo Clark Kent pasa de ser un granjero de Smallville a un superhéroe en la gran ciudad. Para ello eligió personalmente a un dibujante como Leinil Francis Yu, uno de los adalides actuales de coger referencias tipo Chaykin Simonson y ponerles un poco de modernidad encima. Y pese al formato (ese tomazo tan cuco), la cosa no va mucho más allá de eso. A lo largo de las páginas de Legado, lo que nos encontramos es un devenir de momentos de acción con coartada de noticiario sin mucha más trascendencia. En unas encontramos a un Yu más cómodo que en otras, pero, desde luego, si hay que elegir, yo me quedo con su dibujo en la resultona Silent Dragon o en Ultimate Hulk vs. Wolverine. No es que lo haga mal, pero es que, por momentos, se huele el error de casting de dibujante. Así pues, si le quitamos la presentación de lujo y las curiosas explicaciones del cómo y el por qué del proyecto, nos quedamos con una historia de entretenimiento al uso, en un episodio más de Smallville situado seis años en el futuro y, eso sí, con mucho más de presupuesto.
Superman: Legado no es el último proyecto de lujo para los seguidores de Superman de siempre (aunque seguramente, estos también picarán), si no más bien una manera cómoda, práctica y en un solo tomo de presentarle de manera atractiva y sin complicaciones al Boy Scout Azul a tu primo adolescente al que le apetece leer tebeos de superhéroes….

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